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Ley ‘Whistleblowing’: ¿Qué puede hacer tu empresa por ti?

Por el Día Internacional de los Trabajadores, Capital analiza junto a expertos de IDBO Consultants y Procesia las ventajas de implantar un canal de denuncias en las empresas Cualquier trabajador en el contexto laboral tiene la capacidad de advertir de la existencia de prácticas irregulares y de corrupción en una empresa. Pero, ante tal situación y, frente a la protección ciudadana por mostrar una conducta valiente, ¿hay constancia en el mundo laboral de la existencia de un ordenamiento jurídico que les ampare? Como recoge el Anteproyecto de la Ley reguladora de la protección de las personas que informen sobre infracciones normativas y de lucha contra la corrupción, publicado ya por el Gobierno y explicado a Capital por expertos de IDBO Consultants, “la ley obliga a todas las entidades del sector público y a las del sector privado que tengan contratados 50 o más trabajadores a establecer un canal de denuncias eficaz y que garantice los derechos de la persona que comunica una posible infracción”. A simple vista parece que esta normativa se articula principalmente para evitar delitos como la corrupción, el fraude y el blanqueo de capitales. Sin embargo, la realidad va más allá, porque entre otras muchas cosas sirve para prevenir infracciones en materia de seguridad y salud en el trabajo. Como pioneros en la creación de un canal de denuncias eficiente, los expertos de IDBO Consultants y Procesia, destacan que esta futura ley, conocida también como ley ‘Whistleblowing’, supondrá un antes y un después a la hora de proteger a los trabajadores que comuniquen infracciones e irregularidades de las que sean conocedores en el contexto laboral. “El canal de denuncias permite gestionar de forma segura las comunicaciones recibidas, garantizando la confidencialidad de los datos e incluso el anonimato, e impidiendo el acceso a personal no autorizado”, aseguran desde…
Por Guillermo García-Muchacho, fundador de Cokrea. Quien hoy en día lleva un reloj de manecillas sabe que no es una cosa muy actual. Y, sin embargo, existen y cohabitan con las nuevas propuestas de Apple u otras marcas. No es nostalgia, es por el valor intrínseco y oculto que nos trae un reloj de pulsera: prestigio, elegancia o respeto por el tiempo propio. Lo mismo pasó con el periódico en papel cuando nació el digital; o con la radio cuando nació la televisión. En esta línea, algunos early-birds llegaron a exclamar que, sin estar nadie prevenido, “ha llegado el fin de los puestos de trabajo”. Quizá en aquel entonces nadie había preguntado ni al propio trabajador, que ya ha dejado claro en varias encuestas que solo en un pequeño porcentaje no quiere volver a saber nada del puesto presencial. El resto, entienden que aunque puede aumentar su calidad de vida gracias a una flexibilización, es necesario seguir acudiendo a una oficina. Simplemente, entonces, tendremos que aprender que van a convivir varias formas de trabajar. Y eso sí es adelantarse a lo que viene. Los puestos de trabajo se van a desligar, de este modo, de algunas de sus características que no contextualizan correctamente con la realidad. Como el horario fijo en un sitio cada día o el seguimiento por parte de la empresa basándose únicamente en la presencialidad. De hecho, las nuevas generaciones ya encuentran estos conceptos lejanos, como una anécdota del pasado. En este sentido, uno de los grandes brindis que nos hace la tecnología es el poder de omnipresencialidad y que ya es real en el trabajo. Somos capaces de estar en todas partes al mismo tiempo. Esto no solo permite que de cuando en cuando podamos conectarnos desde casa, si no que nos lleva a obtener oportunidades…