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Opinión

Borja Carrascosa

Alerta grave: el interés de la deuda se dispara 

Por Borja Carrascosa, director de Capital

El camino florido y hermoso por el que hasta ahora ha transitado el modelo de financiación del gasto público del Estado empieza a mostrar zarzas en los arcenes. Las flores, que ahora comienzan a pinchar, han sido esos billetes de euro regalados por el Banco Central Europeo (BCE) a los países desde hace muchos años.

Primero, para salvaguardar la estabilidad de la moneda única (2012), y, después, para frenar el impacto de la Covid-19 (2020). El aumento disparatado de los precios, prácticamente a todos los niveles, ya pone fecha límite a esta anestesia descontrolada y obliga a hacer una reflexión sobre el futuro de la deuda que España tiene en circulación. 

El Gobierno aplaude que la ratio de deuda pública sobre PIB cerrara 2021 en el 118,7% del PIB, por debajo de su “objetivo” del 119,5%. En términos brutos, mientras la economía española registró un incremento del 5%, inferior al optimista 7% calculado por el Ejecutivo, el endeudamiento de la Administración arrojó un alza del 6%, un punto más, lo que se tradujo en 81.979 millones de euros más de pasivo. Ya son 1,43 billones, y este año se rebasará la cifra de 1,5 billones, ya que el apalancamiento de España crece a un ritmo muy superior a la capacidad de generar riqueza en el país. 

En esencia, está disparado porque los distintos Ejecutivos de ambos colores políticos se han negado a poner coto al gasto público improductivo. Los recortes quitan votos, ya que la gran mayoría de la población, inconsciente, prefiere votar a un partido que promete que va a gastar más que a otro que prefiere apostar por la sostenibilidad. Esta palabra, tan de moda en la actividad empresarial, no se puede aplicar a la Administración. Pero la deuda hay que pagarla todos los años, y ahí está el problema

Para financiar este descomunal volumen de deuda, el Estado tuvo que pagar hasta noviembre de 2021 cerca de 24.000 millones de euros en intereses, cifra que probablemente se situaría por encima de los 26.000 millones al cierre de diciembre. Y este año, a tenor de cómo se está comportando el interés del bono español a diez años en el mercado secundario, la cifra será muy superior. 

"España tiene que pagar cinco veces más cupón que hace un año por colocar sus bonos en el mercado"

El cupón exigido por los inversores en el mercado secundario para comprar deuda española a diez años ya ronda el 1%, e incluso rebasó el 1,3% durante el mes de febrero. Este interés es hasta seis veces superior al registrado hace un año, cuando oscilaba entre el 0,2% y el 0,3%. En esencia, España tiene que pagar hoy seis veces más intereses que hace solo un año por colocar las mismas obligaciones entre inversores.

La bola de deuda y la dificultad de financiarla

Más allá de las causas que motivan este escenario -relacionadas con la guerra en Ucrania, con las tensiones inflacionistas y con el previsible final de las políticas acomodaticias por parte del BCE-, el problema principal vendrá si los intereses de la deuda crecen tanto que el Estado, simplemente, no es capaz de asumirlos. 

Si el BCE retira la anestesia a los países del euro, España es uno de los países que más sufrirá para financiar de forma autónoma, en libertad de mercado, esa brutal bola de 1,5 billones de euros de deuda. Principalmente, porque su gestión de las cuentas públicas es un desastre. El descontrol en el gasto público se traslada a asuntos como las pensiones, los sueldos del creciente número de funcionarios y las subvenciones, todo con carácter electoral. 

Y no hay visión de Estado, ya que las reformas necesarias para ajustar el tamaño de la Administración a niveles asumibles requieren de un consenso político que, a la vista está, es imposible de conseguir incluso entre miembros del propio partido. Toca, por tanto, desear que la escalada alcista de los intereses de la deuda se detenga. De lo contrario, vendrán graves problemas que no se podrán solucionar en los distintos parlamentos. Y no es lo mismo pedir un rescate con una deuda de 1,5 billones (2022) que hacerlo con 740.000 millones (2012). La bola ya es el doble de grande. 

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