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Opinión

Redacción Capital

Inteligencia competitiva: Para ser uno más... están los demás

"Por qué la Inteligencia Competitiva lleva a ganar partidos", por Isabel Aizpún, consultora de comunicación, José Rosiñol, director de Estrategia, y Hugo Zunzarren, analista de Inteligencia Competitiva

Hugo Zunzarren

Resumir claramente qué aporta la Inteligencia Empresarial o Inteligencia Competitiva puede ser muy largo y complejo. O muy breve. En realidad, se trata de explicar por qué la empresa podrá competir de forma más segura al estar mejor informada. Se trata de contestar a una pregunta demasiado habitual: ¿eso para qué sirve?

Obviando que es una disciplina más conocida y utilizada en otros países, se trata de la herramienta que permite a las organizaciones y empresas ser más competitivas, diseñar la mejor estrategia para diferenciarse y ganar en la carrera. También permite encarar aquellos riesgos no financieros que afectan cada día con mayor intensidad a empresas y organizaciones. En definitiva, permite algo fundamental: anticiparse.

Simplificando mucho, es una metodología que permite a las empresas recopilar, organizar, analizar y distribuir la información necesaria para ser competitivos en los diferentes mercados. Sabemos que la información es valor, es imprescindible, pero ¿cómo la recopilamos y la analizamos correctamente? ¿Sabemos sacar las conclusiones adecuadas de los enormes volúmenes de información?

Cuando se prepara una externalización, se tantean otros mercados; se está alerta sobre lo que prepara la competencia o sobre posibles crisis en el mercado; el analista detecta y elabora información sobre oportunidades corporativas; valoraciones del servicio; posibles fusiones; proyectos de ley que modifican la normativa para adecuarla a su favor; fugas de información; nuevos registros; patentes y/o marcas; procesos de deslocalización de la competencia; fugas de talento en empresas del sector…

Esta disciplina se convierte en una herramienta imprescindible para monitorizar los datos abiertos con las metodologías, la tecnología y la experiencia del analista de inteligencia, con el objetivo de diseñar la estrategia acorde a ellos y comunicarlos de forma precisa al interlocutor adecuado.

Isabel Aizpún

La información se convierte en la herramienta fundamental para quien toma las decisiones difíciles, normalmente, el CEO. Él tiene la máxima responsabilidad y la derivará a quien considere oportuno. El analista, a menudo, tiene línea directa abierta con quien tiene que estar al tanto de los mercados, de la geopolítica o las crisis. Es el consejero particular que va siempre un paso por delante.
Su valor es dual: aplica una metodología férrea de análisis para que no se le escape nada, siempre consciente de qué es lo que no sabe pero debería saber.

Y también es capaz de pensar de forma diferente, preocupado por “eso que no es evidente”. Sin duda, porque es su trabajo, no parará de hacerse preguntas y buscará la información necesaria hasta que todo aflore. Si no puede, dará un rango de probabilidad, para que la decisión que se tome contemple la evaluación de la incertidumbre. Con él, todo es más fácil.

De su trabajo se extraen informes de internacionalización, de geoestrategia o de riesgos y oportunidades acerca de los escenarios posibles, o evaluaciones sobre los agentes con quienes la empresa va a querer desarrollar su actividad. Con sus fuentes, herramientas y método, aborda la vigilancia de los mercados y de la competencia, la monitorización de tendencias, visibles o no, para tomar las decisiones más rentables controlando el entorno.

En pleno siglo XXI, la organización, y los CEOs en particular, se ven obligados a dar un paso más en su gestión a la hora de tomar decisiones. Y ese paso añadido lo facilita ese tratamiento de la información con la estrategia que aconseja.

En unos escenarios caracterizados por un alto grado de incertidumbre, es más que necesario contar con herramientas y perfiles que sepan entender, interpretar y comprender los escenarios a los que nos enfrentamos. No hay que olvidar que cuando detectas una amenaza, el ataque ya está en marcha.

José Rosiñol

Las empresas pueden tener planes estratégicos rigurosos para los próximos tres o cinco años, pero ¿qué garantiza que los escenarios, el entorno o la competencia van a seguir estáticos? La inteligencia empresarial aporta el control que permite adaptar las decisiones ajustándose al terreno con la vigilancia estratégica, jurídica y normativa, geoestratégica, social, de personalidad, de líderes…

Es un campo de actuación muy amplio para una visión acertada que permita evaluar riesgos y aportar soluciones. Esa vigilancia constante nos permite ser flexibles y adaptarnos a entornos cambiantes, manteniendo esos planes estratégicos. O modificarlos, si el cambio detectado así lo aconseja… porque ¿cuánto cuesta no saber a tiempo?

Información, estrategia y comunicación son los tres pilares que permiten anticiparse. Se trata de dejar claro que no eres uno más en la carrera.

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