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Opinión

Redacción Capital

¿De qué hablamos cuando hablamos de sostenibilidad?

El término sostenibilidad se utiliza a menudo como sinónimo o complemento de otros como Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o Responsabilidad Social Corporativa (RSC)

En el informe Brundland de 1987 el término sostenibilidad aparece como un intento de conciliar el desarrollo económico con la sostenibilidad ambiental, pero ya en la conferencia sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo celebrada en Río de Janeiro de 1992 la definición del Informe Brundtland muda hacia la idea de los tres pilares del desarrollo sostenible, el progreso económico, la justicia social y la conservación del medio ambiente. En septiembre de 2000 tras una década de reuniones, conferencias y cumbres en las Naciones Unidas los líderes mundiales se juntan en Nueva York para adoptar la Declaración del Milenio, una serie de compromisos que se traducen en ocho objetivos cuantificables –reducción de la pobreza extrema y el hambre a la mitad, la promoción de la igualdad de género o la reducción de la mortalidad infantil– a cumplir antes de 2015.

En enero de 2016, los ODM fueron reemplazados por la nueva Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de 2015 por 193 estados miembros de Naciones Unidas, tras un proceso consultivo mundial sin precedentes de más de tres años. En este marco llegan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una nueva hoja de ruta que pone las Sostenibilidad en primer plano. “Estamos resueltos también a crear las condiciones necesarias para un crecimiento económico sostenible, inclusivo y sostenido, una prosperidad compartida y el trabajo decente para todos, teniendo en cuenta los diferentes niveles nacionales de desarrollo y capacidad”, dice el tercer punto del documento Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible aprobado por Naciones Unidas.

Los ODS son una serie de metas comunes que necesitan la implicación activa de la sociedad, los gobiernos e instituciones públicas y de las empresas de todo el mundo. La sostenibilidad parte de las Naciones Unidas en la búsqueda de la justicia y acaba afectando a las empresas y resto de instituciones.

Otro término que aparece también con frecuencia junto a la sostenibilidad es el de Responsabilidad Social Corporativa o RSC. Todavía no es raro encontrarnos a personas que utilizan la sostenibilidad para referirse al impacto medioambiental del comportamiento corporativo y la RSC para el impacto social. Sin caer en un innecesario nominalismo, la separación, como bien advirtieron en la citada cumbre de Rio de Janeiro, no tiene demasiado sentido. Armonizar el desarrollo económico con la sostenibilidad ambiental solo lo tiene, al menos para mí, si lo hacemos para evitar poner en peligro el bienestar de las futuras generaciones.

Si separamos la sostenibilidad medioambiental de la responsabilidad social corremos el riesgo que se corre con todas las palabras que gozan de prestigio, convertirla en un mantra buenrollista y gatopardiano. Jonás Ridderstrale y Kjell Nordstrom en su libro Funky Business proponían que toda declaración empresarial pasara el test de la trivialidad “si la negación de su declaración parece una estupidez, vuelva al punto de partida e inténtelo de nuevo”. ¿Alguna empresa se declara como insostenible o no comprometida con el planeta? Pues eso, inténtelo de nuevo.

La sostenibilidad es compromiso y responsabilidad con el entorno, con el planeta y con las sociedades donde desarrollamos nuestra actividad, porque, digámoslo ya, no puede haber empresas sostenibles sin sociedades sostenibles.

Manuel Sevillano es director global de Sostenibilidad y Reputación de Atrevia.

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