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Opinión

Redacción Capital

Teles tontas, fabricantes listos

“Un dispositivo conectado probablemente estará recopilando datos que serán ‘vendidos’ o utilizados a nuestras espaldas”

Teles tontas, fabricantes listos 

Se calcula que actualmente ya hay 20.000 millones de dispositivos conectados, aunque, si se cumplen las previsiones para dentro de tan solo tres años, entonces se alcanzarán entre 50.000 y 75.000 millones. Cada vez resulta más complicado adquirir electrodomésticos, grandes y pequeños, que no se conecten a la red con el propósito de ofrecernos más prestaciones que las tradicionales.

El ejemplo que siempre se ofrece en estos casos es el del frigorífico que, directamente, en función de los gustos y consumos que registra entre los miembros de la casa, elabora la lista de la compra y hasta es capaz de hacerla. 

A medida que pasa el tiempo, lo que solo era una opción está empezando a ser “la” opción, pues cada vez resulta más complicado encontrar, sin ir más lejos, un aparato de televisión que no sea una Smart TV o una cafetera que no sea una Smart cafetera.

Y, si bien es cierto que ese nuevo lugar en el mercado puede resultar muy beneficioso al usuario más tecky, también lo es que aquellos que van más despacio necesitan seguir teniendo posibilidades en las estanterías que les permitan seguir haciendo las cosas como hasta ahora, así como la posibilidad de formarse sobre los beneficios y las precauciones que han de tomarse ante esta fulgurante irrupción del Internet of Things (IoT o Internet de las Cosas) en nuestras vidas. 

Y es que, si un dispositivo está conectado, probablemente esté recopilando datos que, en el caso de los consumidores, pueden ser sobre hábitos de sueño, salud o alimentación, por citar solamente unos cuantos. Estos datos, posteriormente, serán “vendidos” o utilizados a nuestras espaldas en un negocio más que lucrativo que escapa a nuestro control. Por eso, por ejemplo, hoy en día es imposible encontrar una televisión que no sea de las llamadas inteligentes. Como digo en el titular, teles tontas, fabricantes listos y millonarios.  

Y es que el desarrollo tecnológico siempre va por delante de la elaboración de la normativa que regula su uso y también del aprendizaje general. Por ello, aquellos que sí van siempre más rápido se aprovechan de esos desajustes (falta de ley y de conocimiento) para colarse entre los huecos de la novedad y lucrarse con toda impunidad de la situación. 

Frente a esta situación, en el caso del IoT, los legisladores y los gobiernos están tomando medidas que garanticen la privacidad y la seguridad de los usuarios. El Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea requiere que los proveedores soliciten permiso para recopilar datos y ofrezcan la seguridad adecuada para protegerlos, y poco a poco está apareciendo normativas que requieren unos estándares mínimos de seguridad para estos dispositivos. 

California, por ejemplo, requiere que cada dispositivo tenga una contraseña única lista para usar y que solo recopile los datos necesarios para realizar la función anunciada. El gobierno del Reino Unido también anunció una propuesta de ley para proteger los dispositivos del IoT, que incluye exigir que los fabricantes indiquen claramente durante cuánto tiempo estarán disponibles las actualizaciones de seguridad. 

Sin embargo, el principal responsable siempre tiene que ser el consumidor, quien ha de ser capaz de garantizar que su privacidad y seguridad se respeten adoptando ciertas medidas para mitigar posibles ataques a sus dispositivos. Entre estas, se encuentran revisar su configuración y cambiar cualquier contraseña que venga por defecto, actualizar los dispositivos siempre que sea posible o incluso configurar redes separadas en su casa para que ciertos dispositivos no puedan comunicarse con otros y así minimizar el impacto que pueda tener un ciberataque de estas características. 

Una Smart TV no es una mera sustituta de la televisión anterior, como hace años un plasma sustituyó sin más preámbulos al televisor de tubo de rayos catódicos que ocupaba medio salón. No, esta tecnología no es sustituta de nada, sino algo más complejo con la que debemos familiarizarnos antes de abrirle la puerta de casa. Exige tiempo y, una vez que se lo demos, nos ofrecerá unas posibilidades hasta ahora desconocidas con la mayor seguridad y privacidad.  

Por Mauricio Fernández, editor de Escudo Digital 

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