La tensión geopolítica se ha ido incrementando en los últimos años, más aún tras el estallido de dos conflictos como los de Ucrania y Gaza. Ello pone en guardia a los Estados, que son conscientes del punto de inflexión que puede suponer un cambio de paradigma, sobre todo en el caso de Ucrania. Para analizar ese contexto, EY ha organizado un evento titulado “Looking At The Future: el reto de la industria española de Seguridad y Defensa ante el actual panorama geopolítico”.
En la apertura, la secretaria de Estado de Defensa, Amparo Valcarce, ha hecho un análisis de los compromisos que España se ha impuesto para estar a la altura de lo que exige el momento y, también, su pertenencia a la OTAN. Nuestro país tiene el objetivo de incrementar su autonomía, lo que requiere un aumento de las inversiones y potenciar las empresas más competitivas en el marco de la asociación que mantiene con otros países europeos.
En el caso de España, el presupuesto de Defensa asciende al 1,28% del PIB, aún lejos del 2% al que se comprometió Pedro Sánchez el año pasado en la cumbre de la OTAN que tuvo lugar en Madrid. Si bien es cierto que la inversión en términos absolutos ha aumentado, el crecimiento de la economía española ha supuesto un leve retroceso del porcentaje en comparación con el PIB.
En todo caso, si España quiere cumplir con el compromiso del 2% en 2029, tendría que elevar su inversión actual desde los 18.700 millones de euros hasta rozar los 31.000 millones de euros. El Gobierno está ya en ese proceso, sin ir más lejos con la aprobación de un paquete de 3.700 millones de euros en el último Consejo de Ministros.
En este momento, según la secretaria de Estado, existen 33 programas de inversión con un total de 43.000 millones de euros comprometidos, lo que se espera que genere 73.000 puestos de trabajo. Todo ello se enmarca dentro del objetivo de que España sea uno de los líderes dentro de los programas conjuntos de Defensa de la Unión Europea.
Desde el punto de vista de la secretaria de Estado, estos compromisos no solo van en la línea de proporcionar una mayor autonomía defensiva española a largo plazo, sino en la de contribuir a la economía. “Vamos a garantizar que es un revulsivo para la economía de nuestro país y que sea una industria tractora del conjunto”, ha afirmado Valcarce.
En su opinión, resulta clave mantener un “diálogo permanente con el sector”, al que ha alabado por su capacidad para innovar y mantenerse competitivo frente a otras alternativas en la Unión Europea. En ese sentido, Valcarce cree que “estar en la UE es una ventaja, pero estar dentro de los programas europeos supone competir y aportar las mejores soluciones tecnológicas”.
Eso es un reto, si bien España cuenta con diferentes corredores a lo largo de su geografía que aglutinan un importante potencial de Defensa. Para empezar, la secretaria de Estado ha destacado a Madrid como “la gran capital de la industria de la Defensa en España”, aunque a la capital de España le siguen un ecosistema de empresas relevantes que se sitúan en Toledo, Ciudad Real, Albacete y llega hasta Cartagena. En ese marco geográfico se puede citar a Oessía o Airbus como compañías punteras.
Después, España cuenta con una potente industria aeronáutica en el corredor Norte, desde el País Vasco hasta Galicia, en el que destacan empresas como SAPA, ITP Aero y Santa Bárbara, centrada esta última en la fabricación de armas.
También merece mención el Corredor Sur, el que va desde Sevilla a la Bahía de Cádiz, pero se extiende por las provincias de Huelva, Córdoba, Jaén y Granada. Por último, el Ministerio de Defensa se encuentra inmerso en el desarrollo del llamado Corredor de la Plata, desde Asturias a Sevilla. Valcarce cree que supondrá un gran reto para la industria de Defensa, pero si se logra, servirá para posicionar este sector como un tractor económico en esas provincias.
