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Opinión

João Marques-Gomes

¿Cuál es el coste de un mal tratamiento?

“Sería muy beneficioso para todos recoger y analizar a tiempo real todos los datos sanitarios por condición clínica y por paciente” 

Cuando uno pide un cappuccino en un ‘Starbucks’ o en un ‘Tim Hortons’, ya sabe que el producto que va a recibir no va a ser muy diferente sea cual sea la cafetería. Cuando uno va a un hospital, supone que el tipo de equivalencia que se encuentra entre las cafeterías también se puede encontrar entre los hospitales. En términos generales, cualquiera de nosotros supone que los resultados sanitarios entre hospitales no diferirán mucho. 

Sin embargo, lo cierto es que las diferencias pueden ser muy significativas. Según el International Consortium for Health Outcomes Measurement (ICHOM), en Alemania la tasa de reoperación tras una cirugía de cadera en el mejor hospital del país es 18 veces inferior a la del peor. Algo parecido ocurre en Suecia, donde también hay grandes diferencias en cuanto a las complicaciones que aparecen tras una operación de cataratas: el mejor hospital sueco tiene resultados de salud 36 veces mejores que los del peor hospital. 

Tener variaciones en los resultados de salud significa que los sistemas sanitarios han estado financiando prácticas clínicas que no son todo lo buenas que podrían ser. Este es un problema mundial que debe abordarse con celeridad, ya que está teniendo repercusiones directas para los pacientes y sus familias, y también para los pagadores de la asistencia sanitaria. 

Por un lado, darle a cualquier persona un mal tratamiento significa que el paciente estará enfermo durante más tiempo y/o que la enfermedad se agravará innecesariamente. Por otro lado, desde el punto de vista del sistema sanitario, un mal tratamiento puede traer más enfermedades y, en consecuencia, más gastos. 

La variación de los resultados sanitarios entre los diferentes proveedores de atención sanitaria también se traduce en un problema de desigualdad en el acceso, falta de transparencia y en la quiebra de la confianza en los gobiernos.  

Algunas personas tienen la fortuna de vivir cerca de uno de esos hospitales que arrojan los mejores resultados sanitarios. Por el contrario, otras tienen la desgracia de residir junto a un centro hospitalario de referencia del que se recogen los peores datos. Lo peor de todo es que ni una parte ni la otra conocen esta realidad, ya que no se informa de forma transparente a la población sobre los principales indicadores de sus proveedores de asistencia sanitaria. 

Cuando alguno de nosotros acudimos a un hospital lo hacemos de buena fe, confiando en que los organismos gubernamentales han hecho su trabajo y han garantizado el mejor tratamiento posible allá donde se nos atienda. Desgraciadamente, a cualquiera nos puede tocar un mal centro y que se nos atienda en un hospital cuyas prácticas den lugar a resultados muy pobres. 

Creo de forma férrea que sería muy beneficioso recoger y analizar a tiempo real todos los datos sanitarios por condición clínica y por paciente. Una información que, creemos, debe divulgarse, ya que todo el mundo se beneficiaría de ella.  

Los pacientes sabrían qué proveedores obtienen mejores resultados y los médicos utilizarían esta información para mejorar su propia práctica clínica. De hecho, esta información también les sería útil para identificar a quién deberían remitir los pacientes. Además, esto permitiría a los pagadores de asistencia sanitaria fomentar la adopción de las mejores prácticas clínicas, y les impediría pagar por malos tratamientos como si fueran buenos. 

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