Por Nacho Barrau, CEO de Ona Hotels.
El sector hotelero, tras cerrar 2019 como un año de récord en lo que respecta a la llegada de turista, ha tenido que hacer frente al peor año de la historia por la pandemia del coronavirus. Esto ha hecho cambiar las estrategias expansivas hacia un ahorro exhaustivos de costes y búsqueda de liquidez con los objetivos últimos de hibernar y conseguir sobrevivir para cuando vuelva la demanda. Una vez superadas las peores etapas de esta crisis, se observa cómo la pandemia ha acelerado la consolidación de las tendencias que marcarán el futuro del sector.
El sector hotelero español siempre se ha caracterizado por estar muy fragmentado debido al alto número de hoteles independientes y familiares. Estos momentos tan complicados han puesto de manifiesto la importancia de tener unos balances fuertes para conseguir financiación y la capacidad de adaptación e innovación para las nuevas tendencias de reserva. Hay muchos hoteles que llevan casi 18 meses sin generar ingresos y muchos ya están pensando que la mejor opción es la venta, dando comienzo a un nuevo proceso de concentración del sector.
Esta crisis ha cambiado los modelos de crecimiento de las cadenas hoteleras porque se ha demostrado que los alquileres fijos en un entorno como el que hemos vivido son inasumibles y perjudiciales para ambas partes. Solo hay que fijarse que las empresas hoteleras que han solicitado más rescates al SEPI tienen un denominador común, la gran exposición en contratos de alquiler. Las fórmulas que más vamos a utilizar las cadenas hoteleras para crecer serán alquileres variables o contra[1]tos de gestión que alineen así los intereses de los propietarios con el operador. Al igual que se producirán compras de hoteles una vez se empiecen a producir ajustes reales en los precios de venta, cosa que no se está produciendo ahora por el excedente de liquidez que hay en los mercados.