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Opinión

Álvaro Conde

Sostenibilidad: vuelta a lo esencial y a lo verdaderamente importante

Una empresa será líder si es capaz de inspirar con su ejemplo a todos los grupos de interés y convertirse en un referente dentro y fuera de su sector

Si pensáramos en las compañías, ya sean cotizadas o no, grandes o pequeñas, públicas o privadas… ¿Cuál creemos que podría ser su mayor objetivo? Esta pregunta podría tener muchas respuestas, pero conviene pararse un momento antes de continuar y hacer una pequeña reflexión sobre qué sería lo más importante. Quizá las respuestas se podrían contar con los dedos de una mano: su supervivencia en el medio y largo plazo, la creación de valor de sus accionistas y/o propietarios o dejar una huella positiva en el entorno podrían ser algunas de ellas. 

Independientemente de cuáles hayamos pensado, hay ciertas áreas o ámbitos de actuación de carácter intangible, esenciales para la obtención de estos objetivos y que debemos considerar siempre en cualquier estrategia, en los que la sostenibilidad puede ser vital para la creación de valor en la empresa. Estos ámbitos podrían llamarse en su conjunto ‘negocio responsable’ y pivotarían sobre el buen gobierno corporativo, el impacto medioambiental en nuestro entorno y el impacto social de nuestra empresa. 

Si entendemos que el propósito final de una empresa es crear valor en la propia compañía, pero también en el entorno en el que opera, el beneficio económico para la empresa es el resultado natural de la generación de ese valor. Las compañías deben ser empresas socialmente responsables, entender e identificar el impacto de su actividad y considerarlo en su proceso de toma de decisiones. 

Entender y cumplir estas premisas nos podrá llevar a que nuestra empresa sea líder. Y no porque sea la primera compañía en introducir un producto o expandirse en un mercado, tenga más cuota que sus competidores o el cliente sea el centro de su estrategia, sino porque es capaz de inspirar con su ejemplo a todos sus grupos de interés y convertirse en un referente dentro y fuera de su sector. 

No es posible decidir qué acciones de ‘negocio responsable’ o RSC vamos a llevar a cabo sin haber comenzado las operaciones, sin conocer las expectativas de las diferentes partes interesadas, los problemas de nuestros futuros clientes, la tipología de producto que se va a realizar o su emplazamiento. Sin embargo, sí que nos podemos comprometer a elaborar una estrategia en este ámbito pensando en qué hacemos y qué esperan de nosotros. 

Todo lo anterior no se puede llevar a cabo sin un buen gobierno corporativo en el que hablemos de personas y de decisiones. Creemos firmemente que no solo es importante hacer las cosas correctas, sino también hacerlas correctamente. Por ello, es fundamental tener muchísima prudencia con los criterios de selección de los profesionales, la comprobación de su honestidad, de sus méritos, experiencia... 

En cuanto al impacto medioambiental y la reducción de emisiones, de cara a que los activos estén alineados con la taxonomía europea y a nivel corporativo, es fundamental llegar a acuerdos con nuestros proveedores e implicar a toda nuestra cadena de suministro y de valor, considerando que acciones podemos tomar para que los clientes actúen proactivamente.  

Es fundamental para la supervivencia de la empresa la huella que ésta deja la en la sociedad y es muy importante disponer de herramientas que midan el impacto social. En nuestro sector de promoción residencial, nuestro impacto más relevante es el de incrementar la accesibilidad a la vivienda, con más viviendas de protección, colaboración público-privada en proyectos de alquiler social, viviendas de calidad más económicas en las proximidades de los grandes núcleos urbanos, el fin de los ‘sin techo’… Todo ello, gracias a un beneficio que permita generar todas estas actuaciones. 

Los analistas, el mercado y la sociedad en general se van dando cuenta de que cada compañía se debe centrar en lo que hace para impactar. Plantar un árbol por cada vivienda entregada no repercute apenas en nada en las emisiones. Y patrocinar un torneo de pádel, por ejemplo, no ayuda a fomentar el deporte, es un evento social para los empleados, de imagen, de publicidad… Es greenwashing, en definitiva, y eso se va a penalizar. 

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