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La burocracia frena la inversión en el sector hidráulico español: “Los plazos son tan largos que no merece la...

El sector hidráulico español, puntero desde hace décadas, se encuentra en la actualidad “congelado y limitado”. Sin embargo, si el proceso de tramitación fuera más ágil, su desarrollo sería bien distinto. Capital se aproxima al sector junto a la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), enfocada en la prestación de servicio público de abastecimiento y no competidora en el mercado energético, y a la Asociación de Productores de Energía Hidroeléctrica (Urwatt), representante del 25% de las empresas de nuestro país. El sector hidráulico, “hasta ahora el más avanzado”, ha sido siempre muy puntero en España, según Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento. Pero la situación ha cambiado en las últimas décadas: actualmente, está “limitado” y “congelado”, según Jorge García-Egocheaga, portavoz de Urwatt. Como ya es habitual en la energía renovable, achacan la falta de impulso a la lentitud de una burocracia que más que posibilitar proyectos, los obstaculiza. as patronales del sector denuncian la excesiva burocracia: "Lo que había es lo que hay y lo que va a hacer". Aunque imaginamos el sector en base a grandes presas, García-Egocheaga señala que la gran hidráulica data de la época de Franco. La mini-hidráulica, mayoritaria en España, se rehabilitó y se construyó al hilo de la Ley de Aguas de 1985. Se trata de pequeñas centrales ubicadas en entornos rurales, totalmente integradas en los ríos y muy diseminadas. El problema es que, al estar concentradas en manos de pequeños empresarios, no facturan en exceso: “El rango entre cero y un MW, la potencia media que estimamos desde la asociación es de 380 KW, eso significa que una central al año puede facturar 50.000 euros en el mercado”. Aunque pertenece al universo de la pequeña empresa, el tejido empresarial es bastante fuerte, pero “con estos…
Desde su aprobación en 2015, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han servido como espejo de doble cara: vemos lo que somos, pero también lo que aspiramos a ser como sociedad. Ante ese espejo, cuando apenas quedan nueve años para llegar a la meta de la Agenda 2030, y aún envueltos en una crisis sanitaria sin precedentes en el último siglo, no se puede negar que todavía quedan muchos pasos que dar. Pero, sobre todo, debemos plantearnos la pregunta de si nuestras infraestructuras están preparadas para desenvolverse en un mundo más sostenible. “El ODS 9 habla de ‘Industria, innovación e infraestructura’”, dice a Capital César Franco, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid, “y hace referencia a fomentar el desarrollo de los países mediante su industrialización, generando empleo de calidad que ofrezca oportunidades a todas las personas”. Sin embargo, para que esto suceda, “es necesario contar, de forma paralela, con infraestructuras básicas, tanto tecnológicas como de redes de transporte, acceso a energía, agua o saneamiento, que no siempre están disponibles en países en vías de desarrollo. Y en países desarrollados como el nuestro tienen amplios márgenes de mejora en aspectos como la sostenibilidad”. Así, las construcciones deben aspirar no solo a cumplir con su función, sino, además, como apunta José María González, director de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA Renovables), es necesario que sean “respetuosas con el entorno y, sobre todo, que sus usos energéticos vayan acordes a los objetivos que tenemos en cuanto al consumo renovable y a la no generación de CO2”. “En España han cambiado mucho las cosas en los últimos años”, continúa González. “Venimos de un periodo, en los 90, en el que, a la hora de levantar cualquier infraestructura, todo se hacía sin tener en cuenta los criterios de sostenibilidad”,…