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Tecnología

Del gallinero al avión

Por Redacción Capital

Instaló su primera máquina en un gallinero de 25m2 en Miranda de Ebro (Burgos) y comenzó a mecanizar piezas después de su jornada laboral como asalariado en otra empresa del entorno. Así de simple es el comienzo de Aciturri, empresa fundada por Ginés Clemente en 1977, y que cuarenta y dos años después factura 303 millones de euros, gana 30 y tiene 1.445 empleados gracias a su intenso trabajo y a su habilidad para moverse.

Tras una primera etapa fabricando componentes mecanizados para otros sectores, Clemente se enfrentó a su primer proyecto para el sector aeronáutico en 1984. La empresa continúo creciendo entrada en tecnologías de fabricación metálica, y en 2002 asumió su primera participación como socio a riesgo en un proyecto aeronáutico para la fabricación de componentes de la zona 2 de la Belly Fairing (panza del avión) del A380. La familia Clemente apostó seis años más tarde por la incorporación de la tecnología para la fabricación en materiales compuestos a través de la adquisición de grupo Aries Complex. La firma completó el círculo de tecnologías en 2010 con la incorporación de AEROSUR, firma andaluza especializada en el montaje de estructuras aeronáuticas. Desde entonces la compañía ha continuado incorporando proyectos en segmento de aeroestructura, ha consolidado su posición como suministrador de primer nivel (Tier 1) para los grandes constructores aeronáuticos (Airbus, Boeing y Embraer) y ha creado en 2016 Aciturri Aeroengines, división para potenciar el área de negocio de componentes de motor aeronáutico.

Hoy Aciturri está presente en todos los programas de referencia en el negocio de la aerostructura (A350XWB, A320, B787, B737…) y entrega componentes para una nueva generación de motores aeronáuticos a los principales fabricantes: Rolls Royce, Safran o General Electric. Sus ventas se han multiplicado por diez en la última década.

La compañía cuenta en la actualidad con 77.000 metros cuadrados de instalaciones. Las fábricas están en Miranda de Ebro (Burgos), Boecillo (Valladolid), Tres Cantos (Madrid), Gijón (Asturias), Berantevilla (Álava), Sevilla y Portugal. En su proceso de crecimiento la empresa ha contado con el respaldo financiero de las cajas de ahorro de Castila y León. La buena marcha de la empresa permitió a la familia Clemente recomprar su participación en 2015 y mantener el 100%.

La industria en la que se mueve Aciturri requiere mucha innovación y tecnología. La calidad de los materiales ha de estar certificada; los requisitos de seguridad implican un seguimiento al milímetro; las materias primas evolucionan y mutan del acero y el aluminio a la fibra de carbono, como ha ocurrido en los últimos tiempos… “El mercado demanda una reducción de peso de las aeronaves y motores más eficientes y respetuosos con el medioambiente. En los motores hemos visto una oportunidad”, señala Álvaro Fernández Baragaño, director general de Estrategia de Aciturri.

Este ejecutivo ve buenas perspectivas para la empresa, aunque se nota que le gustaría que fueran mejores: “Los márgenes que nos permiten Boeing y Airbus son razonables, pero los precios están bajando. Tenemos claro que para ser competitivos debemos contar con procesos industriales cada vez más eficientes. Toda la organización está alineada para alcanzar ese objetivo”.El 76% del mercado aeronáutico está dominado por Boeing y Airbus. Ellos son los que encargan las piezas. En el ámbito de aeroestructura, Aciturri cuenta con experiencia en empenaje (estabilizadores vertical y horizontal), fuselaje, carenado, superficies móviles, ala… y ofrece a sus clientes “soluciones completas, que abarcan desde la ingeniería de diseño y definición de procesos, hasta la entrega del componente montado y certificado, pasando por las diferentes tecnologías de fabricación”, afirma Fernández Baragaño.

Las perspectivas de negocio de los grandes fabricantes son prometedoras. Hasta 2037 se prevén construir entre 37.000 y 40.000 aviones, con una media de 1.500-2.000 al año. El aumento de la demanda provendrá mayoritariamente de Asia, aunque en Europa y Estados Unidos también sigue creciendo. En cuanto a la competencia para Boeing y Airbus, asciende, pero aún está lejos de las cifras de los líderes. China ha comenzado a fabricar su avión y las ventas avanzan, pero no cuenta con el conocimiento y la tecnología occidental. “El mercado crece, pero es más competitivo. Y nosotros entendemos que este mayor volumen es una oportunidad”, sostiene el director de Estrategia de Aciturri.

De cara al futuro, la compañía tiene claros sus objetivos: crecer de una manera sostenida, con la meta de lograr los 400 millones de euros de facturación en 2022; diversificar, de modo que los motores supongan 100 millones de ese objetivo de 400 millones de ingresos el año que viene; y rentabilidad, sí o sí, que no está reñida con la adquisición de otras empresas si el mercado plantea oportunidades con sentido industrial y financiero. La deuda se mantiene en un nivel muy razonable de 1,1 en relación con el ebitda (se considera elevada por encima de dos).

A pesar de que Aciturri entrega componentes en Europa, Estados Unidos, Brasil, Oriente Medio y China, incrementar la presencia global de la compañía es clave para alcanzar sus metas. También el esfuerzo y la orientación a la mejora, principios que han llevado a Aciturri hasta su posición actual y que tanto Ginés como su hija María Eugenia, muy cercanos a la gestión, ponen en práctica a diario con el objetivo de que además de ser una empresa sostenible, excelente y con presencia global, Aciturri sea una de las mejores empresas para trabajar.

Artículo publicado en el número de abril de 2019 de la revista Capital.

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