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Revista Capital

Déficit, deuda e inflación, los "caballeros negros" de la recuperación

Por Borja Carrascosa

Capital analiza las previsiones macroeconómicas para 2022, marcadas por una fuerte incertidumbre, con Funcas, Equipo Económico y el Banco de España

La economía española ha decepcionado al mercado en 2021, y existen serios riesgos -déficit, deuda e inflación- de que las elevadas expectativas con las que se inicia el presente 2022 también queden emborronadas por la evolución de las cifras. Capital analiza junto a Funcas, Equipo Económico y el Banco de España las previsiones para el año que ahora comienza, que distan mucho de las que ha presentado el Gobierno. 

El Ejecutivo prevé que el Producto Interior Bruto (PIB), tras avanzar un 6,5% en 2021, lo hará un 7% en 2022. De entre todas las previsiones analizadas, la del Gobierno es, de lejos, la más optimista. Además, los pronósticos enviados a la Comisión Europa en octubre argumentan que, en un escenario base, “el crecimiento acumulado en estos dos años permitirá alcanzar los niveles de actividad preCOVID en 2022”. Los analistas consultados no están de acuerdo con esta percepción

Factores de incertidumbre 

La inflación, la deuda pública y el déficit estructural son los principales enemigos del crecimiento económico en este entorno de incertidumbre, aunque las previsiones para el año que viene son más optimistas que las del cierre de 2021. Tal y como señala María Jesús Fernández, economista senior de Funcas, el organismo “maneja una previsión de crecimiento del 6% para 2022, marcada por un factor de incertidumbre máxima como es la inflación. En los escenarios que se manejan, los precios de las materias primas y de la energía comenzarán a descender en primavera, y empezarán también a relajarse los cuellos de botella”.

María Jesús Fernández, economista senior de Funcas

La firma de servicios profesionales Equipo Económico, que preside Ricardo Martínez Rico, es incluso más conservadora y apunta a un crecimiento del PIB del 5,3% en 2022. Y señala al respecto que “la recuperación gradual de la economía española será incompleta a lo largo de 2021 y 2022”. A diferencia de la opinión del Gobierno, por tanto, estos pronósticos retrasan la recuperación de los niveles previos a la Covid-19 hasta 2023. 

El Banco de España, por su parte, tampoco cree que el PIB de nuestro país sea capaz de alcanzar el 7% que mantiene el Gobierno en sus previsiones. Concretamente, el organismo prevé que el crecimiento será del 5,4%, lo que supone una rebaja de cuatro décimas (casi 5.000 millones de euros menos) que su anterior previsión. Según detalla el director general de Economía y Estadística de la institución, Óscar Arce, el alza de los precios energéticos -la electricidad acumula varios récords históricos consecutivos-, la evolución de la Covid-19 y el retraso en la implementación de los fondos europeos son los factores que motivan este recorte de las previsiones. 

La "brecha" en las previsiones de inflación 

Este escenario de incremento de la inflación no es exclusivo de España, ya que se reproduce con similar impacto en el resto de economías. El Gobierno calcula que el “deflactor del PIB” se situará en el 1,5% el año que viene, pero esta estimación es demasiado conservadora para el resto de analistas consultados. Equipo Económico cree que “la tasa de inflación anual en 2021 se sitúe en el 3,1%, empeorando en 2022 hasta el 3,9%”. 

La firma apunta también los riesgos de este escenario inflacionista y advierte de que “si la inflación no se controla, compensará negativamente los beneficios derivados del crecimiento del PIB español, perturbando la sostenibilidad de la recuperación económica”. 

En una línea similar se expresa María Jesús Fernández, de Funcas, al apuntar que “si no registrásemos un descenso en el ritmo de avance de la inflación, ello comprometería el cumplimiento de las previsiones y tendría un impacto económico relevante. Además, podría generar un efecto desestabilizador en los mercados financieros, con el consiguiente aumento de los tipos de interés y de las primas de riesgo de los bonos soberanos”. El Banco de España, por su parte, cree que la inflación será del 3,7% en 2022 y que no se relajará hasta 2023, cuando se situará en el 1,2%.

Ricardo Martínez Rico, presidente de Equipo Económico

El papel de los bancos centrales en esta espiral inflacionista es clave, y Equipo Económico cree que “deberán tomar una dura decisión entre apoyar las inyecciones de liquidez mediante la compra de activos o endurecer la política monetaria -tapering- antes de lo previsto”. 

Recordemos que Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE) ya está tomando iniciativas menos expansivas, como la retirada del colchón de liquidez a la banca. No obstante, la dirigente francesa también ha señalado que “sigue siendo bastante improbable que subamos los tipos en 2022”. De momento, el organismo se desmarca de las decisiones de otros bancos centrales como la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos. 

El déficit estructural impulsa la deuda pública 

España lleva 14 años acumulando cifras de déficit público en una espiral presupuestaria sin control. A la crisis financiera de 2008 se ha sumado recientemente la de la Covid-19, y en este periodo, la Administración Publica española ha creado una “bola” de de casi un billón de euros de gasto por encima de ingresos. Este volumen de desembolsos se ha trasladado a la deuda pública, que ya supera los 1,43 billones y rebasa el tamaño del PIB anual de nuestro país. 

El Gobierno estima que el déficit público se situará en el 5% en 2022, tras situarse en el 8,4% en 2021. Igual que en el caso de las previsiones de PIB e inflación, los analistas consideran que estos pronósticos son demasiado optimistas. La vinculación perversa entre el exceso de gasto público y el endeudamiento soberano es, una vez más, una será amenaza para la economía. 

Fernández, de Funcas, alerta al respecto de que “que el déficit público será algo mayor de lo que espera el Gobierno, cerca del 6%. El déficit estructural, que es lo más relevante, se mantendría prácticamente sin cambios, y esto es lo más importante para el futuro. Si se reduce el déficit por un mero hecho coyuntural de mejora del ciclo económico, pero el estructural no mejora, significa que el volumen de deuda pública va a seguir ascendiendo”. Y apunta que “la ratio de deuda sobre PIB, por tanto, puede entrar en una senda ascendente y de insostenibilidad”. 

Desde Equipo Económico son incluso más pesimistas, y detallan que “proyectamos que los incrementos del gasto público llevarán a un aumento del déficit público en 2021 hasta el 8,9% del PIB, desequilibrio que se mantendrá en 2022 en el 7,7%”. Estos pronósticos, por tanto, superan en cinco décimas para 2021 y en 2,7 puntos, respectivamente, a los realizados por el Ejecutivo.

Fachada del Banco de España

“En líneas generales, el proyecto de presupuestos del Estado para 2022 mantiene el gasto en máximos históricos. La senda de consolidación fiscal propuesta -déficit del 5% para 2022- no sólo es insuficiente, sino altamente inalcanzable”, advierten desde Equipo Económico. 

El Banco de España, por último, es incluso más optimista que el Gobierno. Según detalla Óscar Arce, y pese a la rebaja en la estimación de crecimiento, el organismo mejora sus pronósticos de ingresos y gastos para 2021, ya que el déficit público quedará en 2021 en el 7,5% del PIB y se reducirá de forma sensible en 2022 y 2023, con tasas del 4,8% y el 4%, respectivamente. 

Reformas estructurales, fondos europeos y empleo 

En este contexto de recuperación, marcado por la volatilidad de algunas variables que los agentes económicos, la economía española tiene pendientes varias reformas de calado. Entre ellas, destacan la modificación completa del modelo de pensiones públicas, que debe ir dirigido a garantizar la sostenibilidad de la Seguridad Social, actualmente deficitaria, y el nuevo marco normativo que regirá el mercado laboral en nuestro país. 

Equipo Económico advierte al respecto de que “se deja de lado el necesario esfuerzo de reforma, con avances limitados y erróneos sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones o los precios de la renta -mercado del alquiler y Ley de Vivienda-. Además, el sistema de financiación autonómica o las reformas del mercado de trabajo están aún lejos de ser promulgadas”. 

Con estos mimbres, la firma de servicios profesionales destaca que “el impulso de la ejecución de los programas financiados con fondos europeos será menor de lo inicialmente previsto, dada la lentitud de su ejecución. La moderación del ritmo de recuperación y, por tanto, de creación de empleo, hará que en 2022 el 14,9% de la población activa seguirá en paro”. 

Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), correspondiente al tercer trimestre de 2021, el número de parados en España asciende a 3.416.700 personas. En el último año, es decir, en comparación con el tercer trimestre de 2020, el desempleo ha descendido en 306.200 personas, y la tasa de paro se sitúa en el 14,57%, lo que supone 69 centésimas menos que en el trimestre anterior. En el último año esta tasa ha descendido en 1,69 puntos. 

Este factor, el de los fondos europeos Next Generation, también resulta muy relevante para el Banco de España, que incluso pone cifras a cada uno de los próximos ejercicios. Concretamente, Óscar Arce rebaja hasta los 11.000 millones la absorción de fondos para 2021, frente a los más de 30.000 millones que esperaba el Gobierno, aunque mantiene prácticamente en la misma cifra el “supuesto de absorción para 2022 en unos 27.000 millones”. 

Bajo las hipótesis actuales del Banco de España, el programa “Next Generation EU” tendría un impacto de 0,3 puntos porcentuales en 2021, tres décimas menos de lo previsto anteriormente, y de 1,6 puntos porcentuales sobre la tasa de crecimiento estimada del PIB en 2022. 

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