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Economía

La energía nuclear: entre la innovación y el escepticismo

La energía nuclear, a pesar de la controversia que la rodea, ofrece un camino prometedor hacia un futuro energético más limpio y sostenible
Por Nuria V. Martín

La energía nuclear ha marcado un antes y un después en la historia de la humanidad. Descubierta a mediados del siglo XX, esta forma de energía se basa en la fisión nuclear, proceso en el que los núcleos de los átomos se dividen, liberando una cantidad significativa de energía. Estados Unidos lideró inicialmente esta carrera, descubriendo primero su aplicación militar y luego su potencial para generar electricidad.

España cuenta con varias centrales activas, contribuyendo de manera significativa a su mix energético. Almaraz (Cáceres) y Ascó (Tarragona), ambas cuentan con dos reactores en funcionamiento; Cofrentes (Valencia), Trillo (Guadalajara) y Vandellós II (También situada en Tarragona). Estas instalaciones operan bajo estrictas normativas de seguridad y eficiencia. Existen otras centrales que ya han sido clausuradas o están en proceso de desmantelamiento, como la Central de Santa María de Garoña (Burgos), y la Central de Vandellós I (Tarragona). La Central de José Cabrera en Guadalajara, conocida como Zorita, fue la primera central nuclear de España y también se encuentra en proceso de desmantelamiento.  A nivel mundial, hay cientos de reactores operativos, con países como Francia, Estados Unidos y Rusia liderando en capacidad nuclear.

Beneficios de la energía nuclear frente a otras fuentes de energía

La energía nuclear se caracteriza por su alta eficiencia. Un pequeño volumen de combustible nuclear puede generar una enorme cantidad de energía, superando con creces a fuentes como el carbón o el gas natural.

A diferencia de los combustibles fósiles, la energía nuclear produce una cantidad mínima de emisiones de CO2, contribuyendo significativamente en la lucha contra el cambio climático.

La energía nuclear proporciona una fuente de energía constante y fiable. A diferencia de las fuentes renovables como la energía solar o eólica, que dependen de las condiciones climáticas, las centrales pueden operar continuamente, proporcionando una base estable en el suministro de energía.

También es reseñable que las centrales nucleares tienen una vida útil relativamente larga, a menudo funcionando eficientemente durante varias décadas.

Al utilizar uranio, que puede ser almacenado en grandes cantidades y obtenido de diversas fuentes a nivel mundial, la energía nuclear reduce la dependencia de los combustibles fósiles importados, lo que mejora la seguridad energética de un país.

Al generar menos residuos que los combustibles fósiles en términos de volumen y toxicidad, esta energía contribuye a reducir la contaminación ambiental.

Las centrales ocupan mucho menos espacio que las granjas solares o eólicas para producir una cantidad comparable de energía. Esto las hace más adecuadas para países con limitaciones de espacio.

La industria nuclear fomenta el desarrollo tecnológico y puede ser un motor importante para el crecimiento económico, ofreciendo empleo de alta cualificación y fomentando la innovación en campos relacionados.

Esta energía puede complementar las fuentes de energía renovables, proporcionando energía cuando la producción de estas últimas es baja debido a condiciones climáticas desfavorables.

La tecnología actual permite reciclar parte del combustible nuclear utilizado, lo que reduce la necesidad de recursos naturales y la cantidad de residuos generados. La investigación en fusión nuclear y otros avances tecnológicos en el campo de esta energía prometen aún más eficiencia y seguridad en el futuro.

Algunos de estos puntos se plantean en el Documental 'Nuclear Now', disponible en MoviStar, de Oliver Stone, quien desafía la mala fama de esta energía. Tomando como ejemplo la industria nuclear de Francia, Estados Unidos y Rusia, Stone defiende el uso de este sistema como solución frente al cambio climático y la crisis energética.

Posibles problemáticas de la energía nuclear

La historia ha sido testigo de desastres como Chernóbil o Hiroshima, que han sembrado dudas y temores sobre la seguridad nuclear. Estos eventos han marcado profundamente la percepción pública sobre esta energía. Es por ello que los organismos reguladores a nivel mundial imponen normas rigurosas en la construcción y operación de centrales, garantizando así la seguridad.

A esta preocupación, se suma la gestión de residuos radiactivos, ya que sigue siendo un desafío. Aunque los residuos son mínimos en comparación con otras fuentes de energía, su alta toxicidad y larga vida media requieren soluciones de almacenamiento seguras y a largo plazo. Sin embargo, Investigadores de la Universidad de Houston han desarrollado una técnica revolucionaria para capturar yodo, un residuo nuclear peligroso y común.

Este método, simple y económico, utiliza cristales moleculares, apodados ‘El Pulpo’, para una gestión más segura de desechos radiactivos. Estos cristales, creados con materiales accesibles, contienen átomos de carbono, hidrógeno y oxígeno, y tienen una estructura en forma de anillo con ocho piezas lineales. El yodo radiactivo, especialmente los isótopos 131 y 132, es un contaminante habitual en la fisión nuclear. Durante el desastre de Chernóbil, por ejemplo, fue uno de los emisores más dañinos. Los cristales ‘El Pulpo’ no solo protegen los revestimientos de los reactores, sino que también facilitan el traslado seguro del yodo capturado. Además de su uso en la gestión de residuos nucleares, estos cristales tienen aplicaciones en la captura de dióxido de carbono y en la fabricación de baterías de iones de litio, mostrando un gran potencial en diferentes áreas.

Países como Suecia y China exploran diferentes soluciones para este problema, con iniciativas como depósitos subterráneos o el reciclaje nuclear. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica, más del 80% de los residuos radiactivos sólidos a nivel mundial están en fase de eliminación, siendo la mayoría de baja radiactividad.

La energía nuclear, a pesar de sus desafíos y la controversia que la rodea, ofrece un camino prometedor hacia un futuro energético más limpio y sostenible. Las innovaciones tecnológicas y las regulaciones estrictas han mejorado significativamente su seguridad. Sin embargo, es crucial continuar con la investigación y el debate público para asegurar un uso responsable y seguro de esta poderosa fuente de energía.

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