En la emblemática plaza de la Concordia, con el obelisco egipcio y las fuentes romanas en su centro, se alzan algunos de los edificios señoriales más importante de París. De entre ellos, cabe destacar el Hotel de Crillon, uno de los más antiguos y lujosos del mundo.
El hotel, construido en el siglo XVIII por Jacques-Ange Gabriel, el arquitecto más prestigioso de aquella época por mandato del rey Luis XV, supone un emblema de Francia. Este hospedaje distinguido y reconocido internacionalmente, con más de 100 años de historia hotelera (no comenzó su actividad hotelera hasta 1909), ha acogido a algunas de las mayores celebridades del mundo.
En 2013, el hotel cerró sus puertas para asumir una reforma de 200 millones de euros que, cuatro años después, dio como resultado una remodelación del complejo adaptada a las necesidades del público actual, pero sin perder el toque exclusivo del lujo parisino materializado con la intervención de cerca de 150 profesionales de la decoración y el diseño, entre los que se encontraba el diseñador Karl Lagerfeld.
Descanso de burguesía
El hotel cuenta con 78 habitaciones, 36 suites y 10 suites exclusivas, todas ellas decoradas con mobiliario exclusivo hecho a medida y siguiendo el clásico y elegante estilo francés. El estilo residencial parisino es palpable en cada sala, con diseños elaborados por el propio Karl Lagerfeld que ofrecen una atmosfera única. Las habitaciones continúan la herencia del siglo XVII, destacando las antigüedades y piezas de arte exclusivas, que convierten cada habitación en una sala de museo.
Para los huéspedes más selectos, el hotel cuenta con 10 suites exclusivas diseñadas individualmente para hacer de cada estancia un espacio único. Estos epitomes del esplendor y sofisticación con espacios que van desde los 150 a los 245 metros cuadrados.
La atención personalizada es una ‘obsesión’ para el hotel, contando con 400 empleados entre los que se encuentran 12 mayordomos dedicados a la atención personalizada de los huéspedes de las suites exclusivas. El elevado servicio de lujo es más que palpable en cada rincón, incluyéndose los modernos uniformes diseñados por Hugo Matha, con el claro propósito de hacer que cada huésped se sienta dentro de un palacio francés del siglo XVIII.
Un viaje sensorial
La oferta gastronómica del hotel, entre sus bares y restaurantes, ofrece a los huéspedes un viaje sensorial a través de la gastronomía francesa.
Para disfrutar de un buen café o una copa en la noche, el bar les Ambassadeurs, uno de los más icónicos de París, cuenta con una terraza privilegiada con vistas exclusivas a la Plaza de la Concorde. El local, con una decoración de opulencia y suntuosidad, se convierte en un espacio mágico donde degustar algunos de sus excelentes cócteles mientras uno se sumerge en la Francia del siglo XVIII. Completando la oferta de bares, la terraza de le Guanahaní ofrece un ambiente completamente distinto. Un espacio de pop up con ambiente caribeño en el que se pueden degustar los helados artesanos y sorbetes elaborados por el chef Matthieu Carlin.
Y, para la oferta gastronómica, en el corazón del Crillon se encuentra la ‘selva’ del Cour d’Honneur. Este restaurante cuenta con más de 35 especies diferentes de plantas y una oferta culinaria exclusiva en la que se pueden degustar manjares marinos como ceviches, ostras o caviar, todos ellos acompañados de los mejores champanes franceses.
Para los amantes de la cocina de autor, el hotel cuenta con L’Ecrin. Un restaurante de estrella Michelin con un aforo exclusivo para 24 comensales que ha centrado su oferta gastronómica en pequeños rincones únicos, contando con la bodega La Cave, con capacidad para 14 comensales; o el Jardín d’Hiver, un enclave único para degustar algunos platos icónicos de la gastronomía francesa.
