Desde los tocadiscos del siglo XX hasta los smartphones del siglo XXI, la evolución de los dispositivos ha permitido que millones de personas lleven una banda sonora personal a lo largo de su día. Según Spotify, cada usuario dedica, en promedio, 2,6 horas diarias a escuchar audio en su plataforma. Sin embargo, la manera en que consumimos música ha cambiado significativamente en la era del streaming y las redes sociales, donde la inmediatez y el contenido breve predominan.
La tendencia de las canciones breves
La era del streaming y la popularidad de plataformas como TikTok y los Reels de Instagram han influido notablemente en la industria musical. Las canciones son cada vez más cortas y los estribillos llegan más rápido. Analizando los datos del Top 100 de Billboard en varias décadas (1972, 1982, 1992, 2002, 2012, y 2022), se observa que la duración promedio de las canciones ha disminuido progresivamente desde los años 90.
En 1992, las canciones tenían una duración media de cuatro minutos y medio, mientras que en 2022, la duración media apenas supera los tres minutos y medio. Este cambio es atribuible a los hábitos de los nuevos consumidores, quienes prefieren contenidos rápidos y accesibles. Actualmente, el 37% de las canciones en el Top 100 de Billboard duran menos de tres minutos, una cifra que contrasta con el 2% de 1992. Asimismo, las canciones que duran más de cuatro minutos han pasado de representar el 74% en 1992 al 11% en 2022.
@xataka POR QUÉ las CANCIONES son CADA VEZ MÁS CORTAS 🎸 Patrocinado por @gana_energia #canciones #musica #curiosidades #ciencia
Las plataformas de la inmediatez
El modelo de negocio del streaming ha modificado los incentivos para los músicos. Plataformas como Spotify cuentan una reproducción cuando la escucha supera los 30 segundos, incentivando la creación de canciones más cortas. Además, los algoritmos de estas plataformas premian a las canciones que son escuchadas en su totalidad, fomentando así la producción de temas más breves y concisos.
TikTok, en particular, ha sido un catalizador en este cambio. Las canciones que se vuelven virales en esta plataforma suelen ser fragmentos pegadizos y breves, diseñados para captar la atención rápidamente y ser fácilmente compartidos. La instantaneidad y la capacidad de crear contenido atractivo y rápido han llevado a muchos artistas a adaptar sus composiciones para cumplir con estos nuevos estándares.
Las consecuencias en la música
La preferencia por canciones más cortas y estribillos más pegadizos tiene implicaciones en la creatividad y la complejidad de la música. La tendencia a diseñar canciones para ser consumidas en fragmentos breves puede limitar la expresión artística y reducir la diversidad musical. La necesidad de consumir contenido de forma rápida ha alterado nuestra relación con la música, promoviendo una escucha superficial y fragmentada.
Este fenómeno también plantea preguntas sobre el futuro de la música. Mientras algunos artistas consagrados, como Taylor Swift, aún pueden permitirse crear canciones más largas y complejas, la mayoría se ve empujada a seguir las tendencias de consumo rápido y breve. Lo que hace plantearse que, si de la generación Z hubiera dependido, quizá un grupo tan emblemático como Queen no hubiera llegado tan alto. La influencia de los algoritmos y la economía de la atención en la industria musical continuará siendo un tema de debate y análisis en los próximos años.
La evolución de la música en la era del streaming y las redes sociales refleja un cambio profundo en los hábitos de consumo. Las canciones son cada vez más cortas y los estribillos llegan más rápido, adaptándose a un público que demanda inmediatez y brevedad. Ya no sólo a la hora de consumir música en solitario, sino que los locales nocturnos ya están implementando este formato y los DJs sólo dejan sonar los segundos centrales de una canción. Este cambio, impulsado por plataformas como TikTok y Spotify, plantea desafíos y oportunidades para la industria musical, que debe equilibrar la creatividad artística con las nuevas dinámicas de consumo.