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Lifestyle

Trajes de película: Cuando el vestuario se convierte en un personaje más

Por Marta Díaz de Santos

El traje es la prenda imprescindible de cualquier armario. Pero la complejidad no reside en encontrarlo, sino en aprender a llevarlo. El universo cinematográfico se ha convertido en un escaparate en el que buscar inspiración a través de los años... Al igual que el vestuario en pieza clave para que muchas películas funcionen. 

Cary Grant en Con la muerte en los talones 

trajes

Si algo tenemos claro es que la historia del cine está llena de iconos de estilo. Nacido como Archibald Archie Leach, Cary Grant se convirtió en la percha perfecta para los trajes de la época e hizo gala de ello durante su larga carrera cinematográfica. 

A pesar de una infancia difícil y un padre ausente, su aristocrático porte siempre le hizo destacar entre la multitud, aunque ésta estuviera compuesta por las personalidades más glamourosas de la época. 

Su elegancia natural estaba por encima de cualquier corsé marcado por las tendencias del momento. Era un tipo que vivía a la vanguardia de las tendencias y mejoraba cualquier prenda, ya fuese un look de traje de tres piezas de impecable fit o un estilismo más canalla con un pañuelo anudado al cuello cuando le tocó interpretar a un irresistible ladrón de guante blanco. 

Historias de Filadelfia, Luna nueva, La fiera de mi niña Charada fueron otras de sus mejores pasarelas. Resulta complicado escoger exclusivamente una pieza entre su amplia colección de trajes, pero si hubo una cinta que le llevó a su máximo esplendor esa fue Con la muerte en los talones. En ella, el equívoco entre Roger O. Thornhill y el señor Kaplan le llevan a una frenética huida manteniendo su estética inalterable, corte de pelo incluido. Y lo que es más relevante: siempre de una manera natural, que es como la verdadera elegancia trasciende al paso del tiempo. 

El clásico de Hitchcock se presentó como una oda a la sastrería tradicional y se convirtió en una de las mejores películas de todos los tiempos. Tanto el director como el propio Grant, ambos de origen británico, ayudaron a que la fama de Saville Row, centro de la sastrería inglesa, trascendiera fronteras. 

Todos los trajes que Grant lució en Con la muerte en los talones fueron confeccionados a medida. Destaca, por encima de todos, su traje gris marengo con corbata a juego. Ya fuese en la vida real o durante sus rodajes, su apuesta segura fueron las piezas en azul oscuro casi negro o gris, atreviéndose también con trajes de diferentes colores y tejidos más arriesgados. 

Por desgracia, la Academia de Hollywood nos privó de verle en su época de mayor esplendor, levantando un Oscar con el que probablemente habría sido el esmoquin más impecable de la noche (a pesar de que se hizo con el honorífico en 1970). Probablemente, el hombre con más clase de su tiempo. 

Steve McQueen en El caso de Thomas Crown 

Los trajes estelares de tres piezas con chaquetas de dos botones de inconfundible corte británico que luce Steve McQueen en El caso de Thomas Crown merecen ocupar su sitio en la historia. 

La cinta fue una de las pocas películas en las que el actor abandonó su look más informal para dar vida a un millonario y seductor hombre de negocios de Boston que comete el crimen perfecto. 

La artífice del vestuario fue la diseñadora de cine Theadora Van Runkle, quien ya había trabajado un año antes con la otra gran estrella de la cinta, Faye Dunaway, en Bonnie and Clyde (el filme que dio origen al power suit, obteniendo la nominación al Oscar al Mejor Diseño de Vestuario). 

Conocido como The king of cool (El rey de lo cool), el actor revisó y seleccionó minuciosamente cada una de las piezas de su vestimenta, desde sus trajes más refinados hasta atuendos peculiares para jugar al polo. 

Pero el outfit más recordado de El caso de Thomas Crown fue el refinado traje de tres piezas gris con toques azules y tela escocesa Glen (también conocida como “Príncipe de Gales”), confeccionado a medida por Douglas Hayward, por el sastre de las estrellas. En definitiva, un look que permanece tan vigente como este clásico del cine. 

Jack Nicholson en Chinatown 

Jack Nicholson nos ha regalado decenas de grandes personajes legendarios, pero quizá el más especial, en cuanto a lo que vestuario se refiere, sea el de Jake Gittes, su protagonista en la Chinatown de Roman Polanski. 

Considerada la última gran obra maestra del cine negro, el oscarizado actor, que interpreta uno de sus mejores papeles, hace gala de una modernidad imperecedera con un elegante traje blanco cruzado y adaptado perfectamente al estilo de Gittes, un detective privado que destapa un caso de corrupción, incesto y asesinato. 

Anthea Sylbert, en las labores de vestuario, supuso para Nicholson la oportunidad de lucir un abanico lleno de posibilidades que les valdría la nominación al Oscar al Mejor Diseño de Vestuario: desde los trajes de rayas, las corbatas coloridas, hasta los sombreros y los trajes de tres piezas. En definitiva, uno de los tipos más cool de la historia de Hollywood. 

Jane Fonda en Barbarella

Los trajes de fiesta que lució Jane Fonda en la película de ciencia ficción Barbarella se desmarcan del estilo clásico de esta lista y, sin embargo, merece estar en ella por la revolución de sus creaciones. 

La culpa la tiene, en gran medida, Paco Rabanne. El modisto dejó huella en el filme de Roger Vadim al diseñar el mítico traje verde futurista que aparece en la última escena de la película. 

Su aportación, completamente rompedora, le convirtió en un icono de la moda espacial de la década de 1960. Conocido como uno de los diseñadores clave de la cultura pop, la propia Coco Chanel le definió como el 'metalúrgico de la moda'. 

Rabanne forma parte del maravilloso equipo de vestuario de la película, que fue diseñado por Jacques Fonteray y confeccionado por Sartoria Farani. La fiebre de la época por el director hizo que la mismísima Audrey Hepburn abandonase a su modisto de referencia Hubert de Givenchy por él para confeccionar su maravilloso vestido de discos en Dos en la carretera. 

Los trajes de Wes Anderson 

Su reconocible estética se ha convertido en una de las principales señas de identidad de todas sus películas. El denominador común es el color, con tonos fuertes, vibrantes y alegres, empleado para crear vestuarios y ambientes memorables. Un aliciente, otro más, a una filmografía ya imprescindible para cualquier amante del séptimo arte. 

La elección de la ropa ejerce de elemento fundamental para definir a cada uno de sus personajes como ya vimos en Los Tenebaums: Una familia de genios. Otro ejemplo es El gran hotel Budapest, ese lugar imaginario en elque nada ocurre por casualidad. El cineasta contó entonces con la oscarizada Milena Canonero como diseñadora de vestuario, conocida por su trabajo en La Naranja Mecánica, Memorias de África o El Resplandor. 

Canorero, que se inspiró en artistas de la época, es la responsable de la sofisticación de la que presume Ralph Fiennes (con permiso de El Paciente Inglés Los Vengadores), que interpreta a un exquisito recepcionista enfundado en un traje color morado. 

Cuenta la diseñadora que la elección del color surgió a partir de una antigua sotana morada que conservaba en su casa... Por otro lado, los trajes de doble botonadura dorada y los uniformes se inspiraron en patrones creados por el sastre italiano Umberto Tirelli. 

The French Dispatch, el último trabajo de Wes Anderson, cuenta con un vestuario estéticamente impecable. La cinta nos deja corbatas maravillosas y a un elegantísimo Adrien Brody vestido con un traje gris de doble botonadura que roza la perfección. 

Catherine Deneuve en Belle de Jour 

En 1967, Yves Saint Laurent firmó con Luis Buñuel para diseñar el vestuario de Belle de Jour. Su protagonista es Sévérine, el personaje de Catherine Deneuve que da vida a una burguesa clásica que se ve envuelta en un mundo sórdido. 

La colección que diseñó la casa francesa para Deneuve en este filme de culto estaba repleto de piezas clásicas, como los zapatos de tacón bajo o los vestidos con corte en la rodilla (cuando la minifalda todavía pisaba fuerte), con abrigos o chaquetas de doble botonadura. 

Entre sus creaciones, destaca un traje rígido negro con cuello y puños blancos, tendencia de la época que convirtieron a la actriz francesa en una de las mujeres más estilosas de todos los tiempos. 

La película de Buñuel fue el comienzo de las colaboraciones estilísticas entre el diseñador y la actriz, así como el principio de una eterna amistad entre musa y creador. En definitiva, el estilo de Catharine Deneuve continúa marcando tendencia y ha sido imitado en infinidad de ocasiones por marcas y diseñadores de todas las épocas. 

Los trajes de James Bond 

James Bond no solo se viste, aunque tampoco se desviste, para matar. Su famosa licencia parece que le otorga, además, un abanico de posibilidades por explorar… 

El agente más famoso al servicio de Su Majestad es una leyenda del buen vestir y por eso los trajes de sastrería son imprescindibles en su armario. Lógico, por tanto, que nos resulte complicado hablar de un único 007... aunque entre los trajes más aclamados por la crítica destacan los de Sean Connery, Roger Moore o Daniel Craig. 

Roger Moore fue uno de los más elegantes y exquisitos, quizá porque fue él mismo quien se llevó consigo a sus sastres de confianza para cada una de las siete películas en las que encarnó a Bond. El actor nos presentó unas piezas únicas, como el traje de nieve de Panorama para matar. 

Trajes diseñados para que en las situaciones más extremas sus personajes apareciesen impecables. Da igual el actor que interprete al personaje creado por Ian Fleming, ya todos tienen un denominador común: lucen impolutos ante cualquier situación. 

Con Daniel Craig, el diseño de vestuario corrió a manos del mismísimo Tom Ford. Con él descubrimos los trajes de caza y el de lana gris con camisa blanca y corbata azul oscuro. En Sin tiempo para morir presume de nuevo del sutil cuadro “Príncipe de Gales”, tanto en gris como en azul oscuro. Atuendos siempre diseñados para que el personaje mostrase confianza en sí mismo. 

Acabamos por el principio. Por supuesto, de la mano de Sean Connery, que en 1962 se enfundó el primer traje de 007, convirtiéndolo en un personaje inmortal. 

Su mítico traje de Goldfinger fue un éxito de ventas y se dio a conocer como traje de “corte tubo” (‘conduit cut’), que consistía en unos pantalones entallados con chaqueta recta. Todo ello, siguiendo las reglas de la sastrería de Anthony Sinclair en Saville Row, donde diseñaron todo el vestuario del agente 007. 

Pero si algo queda claro es que ningún agente ha llevado el esmoquin como él. Este tipo arrogante lució como nadie su chaleco debajo de un traje gris de mezcla a cuadros Glen. El verdadero James Bond siempre será él... 

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