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Directivos

¿Por qué los CEOs deben liderar la sostenibilidad de sus empresas?

La Covid-19 nos ha lanzado un crudo recordatorio de nuestra fragilidad y nos ha recordado que el coste de la inacción ante una amenaza global
Por Redacción Capital

Por Josu Ugarte, Presidente de Schneider Electric Iberia

En 1972, el Club de Roma encargaba al equipo liderado por la Doctora Meadows del MIT un informe que pondría sobre la mesa uno de los grandes debates de nuestro tiempo: los límites de la capacidad del planeta para soportar la continua expansión económica del ser humano.

Demasiados años más tarde, en 2015, la 74 COP21 marcaba un punto de inflexión en materia de sostenibilidad. Empresas de distintos sectores se unieron alrededor de iniciativas como los Science-Based Targets y mostraron públicamente su apoyo al compromiso de París y a su ambición por contribuir proactivamente a la descarbonización de la economía.

La Covid-19 nos ha lanzado un crudo recordatorio de nuestra fragilidad y nos ha recordado que el coste de la inacción ante una amenaza global, como es el cambio climático, es demasiado alto como para ignorarlo por más tiempo. La sostenibilidad tiene que entrar de forma urgente en el núcleo de la estrategia de cualquier empresa u organización independientemente de su tamaño o sector. O, dicho de otra forma, el CEO que quiera navegar con éxito el futuro deberá ser necesariamente un activista en la lucha contra el cambio climático.

Estamos ante un rinoceronte gris que no podemos obviar por más tiempo. La sostenibilidad tiene trascendencia directa en aspectos tan estratégicos como son la marca, el acceso a la financiación o los marcos regulatorios, pero también en nuestra capacidad de innovar y de atraer al mejor talento. Analicemos con más detalle los riesgos que van a afrontar las compañías y organizaciones que no incluyan la sostenibilidad en su estrategia.

En primer lugar, aquellas compañías que no sean sostenibles se enfrentan a mayores riesgos reputacionales, algo que puede resultar especialmente crítico para aquellas que cotizan en el mercado de valores. El segundo gran impacto lo vemos en la financiación, tanto en el coste como en el acceso, algo cada vez más palpable desde que el CEO de Blackrock, Larry Fink, anunciara que las decisiones de inversión de la compañía tendrían la sostenibilidad como uno de sus objetivos y que empezarían a desinvertir en las operaciones con alto riesgo en sostenibilidad. También estamos viendo el progresivo endurecimiento de la regulación, especialmente en la Unión Europea (UE).

Y un impacto adicional, que vamos a ver crecer de forma exponencial, es que las empresas sostenibles en su propio camino a la descarbonización dejarán de contratar a proveedores que no velen por su sostenibilidad. Esto creará un efecto dominó que se extenderá a toda la cadena de valor, expulsando del mercado a aquellas empresas que no sean sostenibles.

Pero detrás de la sostenibilidad también hay grandes oportunidades para las empresas, que van más allá de la eficiencia operacional que se genera por un uso más consciente de los recursos y de una mayor resiliencia. La sostenibilidad es un gran acelerador de la innovación, que obliga a los equipos a nuevos retos. En 2012, por ejemplo, Nike desarrolló Flyknit, un polímero reciclado más ligero y duradero que genera un 60% menos de residuos en su producción y que representa hoy un negocio de 1000 millones de dólares para la marca deportiva.

La sostenibilidad es también un gran vector para la atracción de talento, especialmente para la generación de los “millenials”, que no solo demandan empresas sostenibles y alineadas con sus valores, sino que ya en un 40% afirman que su elección estuvo determinada por el compromiso de la empresa con la sostenibilidad.

Cuando hablamos de reducir el impacto medioambiental de una compañía y de implementar un plan de sostenibilidad, estamos realmente ante una de las grandes transformaciones que debe liderar el CEO. Una transformación que requiere tiempo, ya que solo se puede actuar sobre aquello que se conoce en profundidad. Hay que fijarse objetivos ambiciosos, una hoja de ruta y, sobre todo, apilar el conocimiento e iterar en función de los resultados que se consigan. De ahí la urgencia de empezar cuanto antes para anticiparnos a los impactos que ya estamos viendo.

La buena noticia es que la tecnología que necesitamos para descarbonizar nuestra economía y desacoplar crecimiento económico de consumo energético no sostenible está ya disponible y a nuestro alcance. Transformación digital y sostenibilidad pueden y deben ir de la mano, y desde la UE a través de los fondos de recuperación nos están brindando una ocasión única de avanzar como economía y como sociedad. Y tomemos conciencia. Somos la primera generación y la última que va a poder cambiarlo.

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