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Nuria Oliver, la historia de la informática española elegida para rediseñar los billetes de euro 

Por Redacción Capital

Nuria Oliver: "Cuando haces las cosas no piensas demasiado en si eres pionera o no, las haces porque crees en ellas y sientes pasión hacia ellas" 

Especializada en Inteligencia Artificial, Oliver subraya que la debilidad europea en la materia “es muy preocupante” y cree esencial la “atracción del talento investigador europeo que elige no estar en Europa” 

La trayectoria de Nuria Oliver es indiscutible. Sus trabajos en Inteligencia Artificial (IA), modelos computacionales de comportamiento humano y big data para el bien social han sido notablemente estudiados y es una de las mujeres investigadoras en informática más citadas en el país. Una notoriedad que ha llevado a esta valenciana a ser elegida como representante española en el rediseño de los billetes de euro que ha planteado el BCE de cara a 2024. Una oportunidad que califica como “única en la vida” y que a su vez conlleva una “gran responsabilidad”. 

Así lo señala Nuria Oliver en conversación con Capital, en la que explica que ésta “es una iniciativa del BCE, que pidió a los bancos centrales de cada país de la zona euro propuestas de candidatos y candidatas para formar parte del Comité. El BCE es el que finalmente seleccionó a una persona. En este caso, a mí, y me lo comunicaron”. Una llamada que no rechazó, porque entiende que es “una oportunidad única en la vida y efectivamente con toda gran oportunidad hay un gran sentimiento de responsabilidad”.  

Ahora bien, esta informática llama a la calma, pues el rediseño de los billetes de euro “es un proceso largo, porque se espera que el nuevo diseño se lance en 2024 y ahora mismo está en las fases iniciales”. Por el momento, sí han comenzado las “reuniones periódicas con el fin de tener una convergencia en los temas candidatos de cara a verano”.  

La idea: “Un diseño inclusivo en el que se puedan sentir identificados todos los europeos con independencia de su edad, de su origen y su actividad, y donde se aprecien los grandes atributos que tiene la vida en Europa”. Porque, para Oliver, “el reto y lo bonito es precisamente que con la nueva temática todos nos podamos sentir identificados”. 

Hasta que vean la luz tendrán que pasar más de dos años de trabajos en los que el comité evalúe las propuestas antes de enviárselas al BCE, tal y como ocurriese con la moneda europea en circulación desde 2002. Un encargo en el que Oliver es pionera, como en otros tantos a lo largo de su trayectoria, aunque a ella le cueste verse así. 

“Cuando haces las cosas no piensas demasiado en si eres pionera o no. Luego en retrospectiva tienes esa apreciación, pero realmente, cuando te lanzas, las haces porque crees en ellas y sientes pasión hacia ellas. Porque te atrae lo desconocido”, reconoce esta investigadora, que en sus años de carrera ha visto como en numerosas ocasiones ha adoptado ese papel prácticamente sin darse cuenta. 

“Cualquier disciplina que carezca de diversidad de género estará siempre empobrecida” 

Mujeres científicas que buscan dejar el segundo plano 

De hecho, Oliver es la cuarta mujer que forma parte de la Real Academia de la Ingeniería Española. Un título que, a su vez, deja ver una desigualdad de género, respaldada por el informe de la UNESCO de 2021 sobre la Ciencia “Para ser inteligente, la revolución digital tendrá que ser inclusiva”. Este determina que sólo el 12% de los miembros de las academias científicas nacionales son mujeres, y su caso es un claro ejemplo. 

Por eso, Oliver considera que “hay que hacer esfuerzos hacia la diversidad y asegurarse de que hay candidatos diversos. Y, si no los hay, tal vez no sea tan importante que haya candidatos y candidatas”.

Ahora bien, esta investigadora justifica esta realidad en un comportamiento humano denominado como “filia”, que significa que “nos sentimos más cómodos y más cercanos con personas similares a nosotros. En el contexto del género, si los jurados son todos masculinos, sentirán una mayor afiliación hacia candidatos masculinos incluso de manera subconsciente”. Por eso, considera esencial “el comité evaluador”.  

No solo eso. Nuria Oliver recuerda que “el número de chicas que elige estudiar carreras técnicas especialmente informáticas ha ido descendiendo desde mediados de los años 80 y se ha estancado en alrededor del 12%, una cifra bajísima porque en aquella década había más de un 30%”. Es por ello que entiende como “importante realizar acciones de inspiración a niñas y adolescentes para que vean estudiar una carrera tecnológica informática como una gran oportunidad para potenciar su futuro, porque ésta te da una versatilidad que no te dan otras carreras. Este tipo de estudios te permite aplicar tus conocimientos a todas las disciplinas”. 

Nuria Oliver, informática

Inteligencia Artificial: ¿Una oportunidad desaprovechada? 

Uno de los suyos, la Inteligencia Artificial. Un desarrollo tecnológico ya implantado en la vida de la sociedad que el Gobierno quiere potencial exponencialmente después de fijar en 500 millones de euros la partida procedente de los fondos europeos Next Generation. El objetivo del Ejecutivo con este desembolso es situar a España a la vanguardia de esta tecnología, pero, ¿es suficiente? 

“En realidad, la situación de debilidad va más allá del nivel estatal, también influye el europeo”, matiza Oliver

Recuerda que el viejo continente “se ha quedado relegado frente a Norteamérica y Asia, particularmente China, tanto en investigación como en innovación, despliegue y uso de la IA, algo muy preocupante, porque la IA está en el corazón de la cuarta revolución industrial y es un mercado que genera trillones de dólares”.  

Para revertirlo, Oliver alude a su organización sin ánimo de lucro, ELLIS, mediante la que buscan “atraer el talento investigador europeo que elige no estar en Europa”. “Pretendemos contribuir a la soberanía a través de la atracción y la retención, pero también de la inspiración del talento joven para que pueda hacer investigación en Europa y aprendan aquí y contribuir a la soberanía tecnológica”. 

El problema es que, en muchos casos, la IA se enfrenta a un desconocimiento social que se respalda por encuestas realizadas como la del World Economic Forum, que ha sentenciado que “el 39% de los cuestionados se ponen nerviosos con los productos y servicios que usan la IA”. Una investigación sobre la que Oliver destaca que “una gran parte de esos encuestados utilizan buscadores para encontrar información o le hablan a su móvil, y todo eso son sistemas de IA”.  

Por ello, esta investigadora considera que estos resultados “ilustran la falta de educación tecnológica que hay en general en la sociedad, lo cual es algo preocupante. Va a ser muy difícil como sociedad tomar decisiones informadas sobre una disciplina como la IA tan estratégica si casi desconocemos en qué consiste y lo que es”. Además, subraya citando a Marie Curie, “el ser humano tiende a temer aquello que desconoce”.  

Para esta informática “es fundamental comunicar qué oportunidades nos brinda [la IA], pero también qué limitaciones tienen estos sistemas”. Una realidad que sitúan a la ética de estos sistemas como reto central por parte de gobiernos y organismos de cara a la evolución de esta tecnología, aunque esta experta considera que no hay que centrarse exclusivamente en la ética, porque “el abanico de limitaciones es muy amplio”

“La primera pregunta que deberíamos hacernos es por qué usar un algoritmo para tomar decisiones, y la respuesta es que los humanos somos susceptibles a sugestiones y a corrupciones mientras que las máquinas no”. Sin embargo, dentro de las limitaciones que esta tecnología dispone se encuentra la “discriminación algorítmica, el hecho de que el algoritmo esté entrenado con datos que puedan replicar patrones que existan en la sociedad y que exacerben esa discriminación o la falta de veracidad, ya que se puede generar contenido no veraz de imágenes y textos indistinguibles que pueden generar un impacto muy grande en la opinión pública”. 

Además, Oliver cita otras limitaciones como “la violación computacional de la realidad, en base al uso de algoritmos que atribuyen atributos personales como la orientación sexual o política; la falta de transparencia, por la dificultad que tienen algunos de estos sistemas de ser entendidos; la fragilidad, ya que hay algoritmos diseñados para engañar a otros algoritmos, así como la manipulación subliminal del comportamiento humano, el cómo interaccionamos con los servicios de IA”. 

En definitiva, un cúmulo de problemáticas éticas que Oliver resumen en las siglas “FATEN”: “La ‘F’ viene de Fairness Autonomy, atribución de responsabilidad de las consecuencias del uso de estos sistemas; la ‘A’, del aumento de la inteligencia que suponen; la ‘T’, de trust [confianza] y de transparencia; la ‘E’, de educación y de maximizar el impacto positivo, y la ‘N’, de minimizar el negativo”.  

Estudio del Covid-19 con big data 

Este no es el único campo de estudio de Oliver, ya que, gracias a estudios científicos con big data, dirige el grupo de trabajo en la lucha contra la Covid-19 de la Generalitat Valenciana, mediante el que tratar de predecir cómo evolucionará la pandemia y poder ayudar a la sociedad en diversos puntos.  

Trabajamos en cuatro áreas. El primero es el modelado de la movilidad humana, que fue particularmente relevante cuando hubo confinamientos. El segundo, los modelos de trabajos computacionales epidemiológicos, que nos ayudan a predecir el número de casos. El tercero han sido los modelos productivos de la ocupación hospitalaria y ocupación UCI, así como de prevalencia de la enfermedad. Y la cuarta es una gran encuesta ciudadana que tiene más de 700.000 respuestas y que vamos actualizando con diferentes dimensiones”, explica ésta. 

No obstante, tal y como reseña, dentro de las últimas líneas de investigación hay una especialmente destacable que apunta al “impacto de la pandemia en el aislamiento, algo que es realmente preocupante y que pretende entender hasta qué punto la estrategia de control de la pandemia, la TTI (Testear, Trazar, Aislar), ha servido para algo”.  

Por todo ello, por todos los trabajos realizados y líneas de estudio seguidas, la cuestión es directa: ¿Cuántas oportunidades ha perdido la ciencia y la sociedad por la falta de diversidad de género en el campo de la ingeniería y de la informática? Oliver, sincera, apunta: “Es muy difícil de cuantificar, pero se sabe que hay una pérdida y algunos estudios la cifran en Europa de millones de euros anuales”. Y es que, tal y como concluye, “cualquier disciplina que carece de diversidad estará siempre empobrecida”. 

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