Casa de Aldan gana con los años, su estilo es un buen ejemplo de cómo se deberían hacer las cosas
Galicia está de moda y sus costas son un referente de un nuevo ocio. Estilo, diseño y calidad turística son referentes de nuevos alojamientos. Además, en los últimos tiempos, han surgido espléndidos alojamientos rurales. Casa de Aldan gana con los años. Su estilo es un buen ejemplo de cómo se deberían hacer las cosas.
El alma de este hotel es su propietaria. Podemos llegar en coche o en barco, pero el lugar merece la pena. Marisa del Barrio, propietaria y directora, imprime su personalidad a cada rincón. Siente pasión por su pueblo y se implica para conservar su encanto. Esta mujer no es sólo una gran anfitriona, sino también una persona llena de ilusiones y proyectos que consigue hacer realidad.
Su capacidad de transformar los sueños en realidad siempre llama la atención. Desde hace años, uno de esos sueños era la transformación de una fábrica de salazones en un hotel rural. Tras varios años de obras, objetivo cumplido, tanto que fue uno de los pocos casos en que una iniciativa privada logró ganar el premio Europa Nostra, ‘por la recuperación de un espacio arquitectónico’. No sólo es una cuestión de presupuesto, es más una manera de revalorizar sus ideas y luchar por mantener el patrimonio histórico.
Parece ser que primero fueron los romanos quienes tuvieron aquí una pequeña industria salazonera, pero gran parte de lo que llegó hasta nuestros días fue la que instalaron en el siglo XVIII algunas familias catalanas.
El exterior del hotel deja intuir que la casa tiene varias caras. En los muros de piedra se apoya el acero y el cristal de la galería, pero es al entrar cuando el contraste se hace más sutil. Las piedras sirven de fondo a modernos sillones de cuero. La iluminación, casi escondida, crea un ambiente muy relajado.
En las habitaciones la calidez la pone la madera que cubre suelos, cabeceros y muebles, creando una homogeneidad interrumpida sólo por el blanco de las sábanas de lino de las camas. Por las ventanas de algunas habitaciones se cuela la ría, y las de abajo abren la puerta a un agradable patio.
Justo enfrente de la casa hay un pequeño muelle donde atracan los barcos de pescadores o de algún que otro cliente con alma marinera, pero que quiere dormir bajo el tejado de Aldán.
En entorno es perfecto para descubrir rincones muy especiales. Ir de compras gastronómicas a Vigo o a Pontevedra, acercarse a restaurantes donde festejar con marisco y albariño... Ella lo conoce todo. Para ir a la playa ya hay que desplazarse un poco más. Lagoelas, Menduíña, Sartaxéns, Francón o Areacova son buenas opciones para disfrutar de la ría y del sol.
Si buscamos paz, siempre podemos acercarnos hasta las playas y las calas como las de Pipín y Castiñeiras, pequeñas y solitarias: la de aguas azules como la de Sartaxéns; tranquilas y rodeadas de bosques como Francón; acogedora e íntima como la de Areacova... Unas de arena fina y otras más pedregosas. Unas largas y otras cortas pero todas con la calma que da la ría y la vista en el horizonte de la otra orilla. Aquí, el fondo de la ría es un tesoro: centollos, congrios, rodaballos, algas, esponjas, anémonas y un largo etcétera de animales y plantas marinas.
Si nos gusta hacer deporte, este es el lugar perfecto. En esta ría empezaron a remar algunos de nuestros héroes olímpicos David Cal, Carlos Perez o Teresa Portela. El escenario es perfecto. Por su pequeño tamaño, se puede decir que es como un resumen de la vegetación, la arquitectura, las costumbres y la gente de las Rías Bajas. Aquí todo gira alrededor de la vocación marinera de sus habitantes, dedicados, sobre todo, al cultivo del mejillón en bateas y a la pesca.
