Djokovic, Ruud, De Miñaur... los grandes tenistas del mundo quieren entrenar y formarse en España
“Los españoles siempre son buenos”. Con estas palabras, Mischa Zverev, extenista profesional alemán y comentarista experto en Eurosport, elogiaba el dominio hispano en el mundo del tenis. Un reinado español que en septiembre de 2022 coronaba a su sexto rey, Carlos Alcaraz, como número uno del ranking ATP a los 19 años (jugador más joven en conseguir este hito). Con la conquista del US Open, el tenista murciano, alcanzaba el Olimpo del tenis mundial uniéndose al selecto club formado por Arantxa Sánchez Vicario, Carlos Moyá, Juan Carlos Ferrero, Rafa Nadal y Garbiñe Muguruza.
“El mundo ha visto que el sistema de trabajo de España funciona”. Estas fueron las palabras de Toni Nadal, ex entrenador de Rafa Nadal y director de su academia. La profesionalización del tenis en España, unido a factores determinantes para el desarrollo profesional de las jóvenes promesas -como el clima, el volumen de academias o la calidad de los entrenadores-, ha colocado a la península ibérica como uno de los destinos predilectos en cuanto a formación deportiva. España no solo forma a los futuros tenistas nacionales, sino que en sus instalaciones se desarrollan estrellas emergentes de todo el mundo, como fue el caso de María Sharapova en la JC Ferrero-Equelite Sport Academy.
La bandera española siempre ondea entre los puestos más altos de las competiciones, siendo un ‘fenómeno’ estudiado por expertos de todo el mundo. No hablamos de una generación buena (como pudo ser en los últimos años la generación suiza compuesta por Martina Hingis, Roger Federer, Stan Wawrinka, etc.), hablamos de una ‘fábrica de talentos’ que no ha dejado de producir jugadores excepcionales desde Manuel Alonso o Manolo Santana.
La armada española tiene algo especial en su formación y así lo quiso demostrar Chris Lewit en su libro ‘The secrets of Spanish Tennis’ tras recorrer todas las academias españolas en un viaje de búsqueda de respuestas ante la pregunta: ¿Qué hace tan único al tenis español?
Carácter e historia de familia
El gen competitivo se ha mantenido desde los años 20, viendo como cada nueva generación ha tratado de superar a la anterior (“Si ellos pudieron, yo también puedo”). A este gen hay que sumar el sentimiento de familia tan arraigado en el deporte español, que ha permitido crecer a los jóvenes bajo la protección y tutela de los veteranos. Un paternalismo que ha quedado palpable en múltiples ocasiones y que bien ejemplificaron las lágrimas de un orgulloso Juan Carlos Ferrero tras el abrazo de su pupilo Carlos Alcaraz en el Masters 1.000 de Miami.
El ex número uno mundial de la ATP y mentor de la nueva estrella española viajó hasta Florida para apoyar a su alumno predilecto en esa vital cita pese al repentino fallecimiento de su padre. Una muestra más del sentimiento de familia que siempre ha acompañado al deporte español.
A este sentimiento de familia y gen competitivo, se suma la cultura del esfuerzo. El propio Chris Lewit destacaba en su libro la intensidad y motivación que mostraban los jugadores españoles en cada entrenamiento, formando la mentalidad luchadora e incansable que todo gran campeón debe tener. Hablamos de esa garra capaz de superar a la técnica o el apoyo para seguir cuando el físico y las lesiones dicen basta, como ha ejemplificado Rafa Nadal en multitud de partidos. “Luchar hasta después de muerto”. Una frase asociada a la leyenda del Cid y que se puede extrapolar al deporte español con infinidad de casos de superación.
Una estructura formativa envidiable
España cuenta con la mejor red de academias de tenis del mundo. Una oferta formativa de más de 25 centros repartidos por todo el país, sin contar los clubes. De entre ellas, algunas de gran calado, como la JC Ferrero-Equelite Sport Academy, de donde salió Alcaraz, la Academia de Tenis Sánchez-Casal (consideraba para muchos como la mejor academia del mundo), la Bruguera, o la Nadal Tennis Academy. Un ‘suculento’ menú a disposición de los tenistas de todo el mundo.
El éxito de estas instalaciones no solo se debe a la calidad de las mismas, sino que también debe parte de su valor al clima. La climatología española, principalmente en la zona mediterránea, permite a los jugadores la utilización de pistas al aire libre durante todo el año. Este entrenamiento en pista facilita la adaptación de los jugadores a las competiciones oficiales, así como a los tipos de suelo (tierra batida, hierba, etc.).
La tierra batida, ‘hábitat’ natural de tenistas como Rafa Nadal, es considerada por los expertos como la mejor superficie para entender el juego. Es por ello que puntos como Valencia, Barcelona, Marbella o Mallorca se han convertido en centro neurálgicos de entrenamiento donde acuden cada año profesionales como Novak Djokovic a Marbella o De Miñaur a Villena para mejorar su técnica.
Los jugadores extranjeros quieren formarse en España y así lo confirmó el propio Toni Nadal a Antena 3, desvelando cómo el finalista del US Open (y rival de Alcaraz) Casper Ruud había sido alumno de la academia Nadal en Baleares: "Cuando tú ves al vecino que hace las cosas de determinada manera y que tiene éxito, lo normal es copiarle más o menos e intentarle superar”. Una formación que en la última década está viviendo una fase de expansión, abriéndose sedes de algunas de estas escuelas en Asia, o en el mercado más competitivo de todos, Estados Unidos.
Y no solo importa el continente, también es importante destacar la calidad del contenido. En este caso, el de los entrenadores. La elevada calidad de los formadores españoles se debe al exitoso trabajo del Registro Profesional de Tenis (RPT). Este organismo, fundado en 1989 por Luis Mediero, suma más de 24 años formando a entrenadores de todo el mundo (ya superan los 75.000 técnicos) contando con el máximo reconocimiento de la industria del tenis mundial.
Todas estas claves han convertido al tenis español en la ‘envidia’ mundial de este deporte y en una de las mayores, y más estables, cantera de talento para la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP). Una escuela de gladiadores formados para reinar en la arena.
