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Revista Capital

La flexibilidad da forma al turismo del futuro

Por Redacción Capital

La pandemia ha cambiado la forma en la que viajamos. Es imposible predecir con certeza qué sucederá y cuándo, y resulta arriesgado hacer previsiones porque la incertidumbre sigue siendo el actor principal después de más de un año del estallido de la crisis sanitaria.

Empezamos a ver la luz al final del túnel con los ritmos de vacunación. Sin embargo, el posible fin de la pandemia no ocurrirá al mismo tiempo que la recuperación económica y social. Y más, en sectores como el turismo, que dependen directamente de la movilidad, de la circulación y del contacto humano. La industria turística cerró el año 2020 con las peores cifras en décadas, un dato alarmante teniendo en cuenta que llegó a suponer el 12% del PIB en 2019. Los meses de confinamiento y el Estado de Alarma han sido un choque del que costará recuperarse. La situación ha cambiado y nosotros también.

Los hábitos de viaje han sufrido una transformación, al igual que la actitud de los españoles a viajar a otros destinos. El 57% prevé dedicar menos presupuesto a los viajes en los próximos meses de 2021 y el 51% admite que variará los viajes de verano que antes realizaba habitualmente, como constatan los resultados de Accenture. Existe un cambio de tendencia y surgen nuevos modelos de negocio en grupos como el hotelero que buscan fuentes de ingresos alternativos. De hecho, el 76% de los españoles busca un “tercer espacio” para trabajar, fuera de su casa o su lugar de oficio, porque tienen una mayor sensación de seguridad en ellos. Los hoteles ven este mercado incipiente como una oportunidad para diversificar sus fuentes de ingresos.

Las comunidades más dependientes

España se alimenta del turismo. Tanto es así, que el estudio de McKinsey “El sector turístico de España no se puede dar el lujo de esperar recuperarse” pone de relieve que en comunidades como las Islas Canarias, Andalucía, Cataluña o la Comunidad Valenciana el turismo representa, de media, el 20% del PIB y crea el 21% de los empleos. En las Islas Baleares, ese porcentaje de empleos asciende hasta el 80% si se consideran los efectos directos, indirectos e inducidos.

El golpe de la pandemia representa un impacto muy fuerte. Y no solo para las compañías hoteleras, agencias de viajes o aerolíneas que se dedican exclusiva al turismo, el daño económico se extiende hacia sectores ajenos a la industria, pero que dependen del flujo de transeúntes, desde restaurantes a feriantes como a pequeños comercios como puede ser una tienda de souvenirs. Sus ingresos van en decadencia y los negocios como el ocio nocturno han tenido la persiana bajada durante meses. Además, los préstamos se acumulan y no pueden hacer frente a sus obligaciones financieras.

La reactivación no será lineal

La “nueva normalidad” ha traído consigo luces y sombras al sector turístico, y la reactivación no se dará de forma lineal, según señala el estudio de McKinsey. Es un sector que está absolutamente fragmentado y que sufre una transformación estructural. Existen varias tipologías de turismo y no a todas les afecta del mismo modo, al igual que a los destinos y a las empresas.

Los turismos de aventura, rural y de segunda residencia tienen expectativas al alza de una recuperación con mayor velocidad que otros, como el turismo de crucero o los viajes de negocio. Según la última encuesta elaborada por Accenture, el 43% de los españoles asegura que no tiene planes de viajar por trabajo o, al menos, intentará reducirlos a la mitad, más ahora con el auge del teletrabajo. Trabajar a distancia ha producido una descentralización de las plantillas, lo que Bizaway denomina como “smart working” (literalmente, “trabajo inteligente”), y esto conlleva irremediablemente que el turismo de negocios se vea gravemente afectado.

La pandemia moldea el futuro

La crisis sanitaria ha provocado la aparición de nuevas líneas de tendencia en el futuro del turismo. La seguridad va a ser primordial en todos los cambios que el sector realice, ya que nadie se traslada a un sitio que no interprete como seguro. Y no solo en términos sanitarios. Se ampliarán los métodos de gestión de riesgo para garantizar que los usuarios puedan informar de alertas en tiempo real y el turismo se adaptará a un cliente más exigente que pedirá bienestar, higiene y sostenibilidad en todos los desplazamientos que haga.

Además, los establecimientos tendrán que mostrar más flexibilidad que nunca. Las industrias hoteleras tendrán que mostrarse más abiertas a posibles cancelaciones, modificaciones de reserva o cambios de fechas porque las dudas de los ciudadanos de si podrán trasladarse son demasiadas y a corto plazo.

 El mundo digital ahorrará costes

La digitalización será clave para conseguir esta adaptación, porque es una herramienta que reducirá costes y ayuda a garantizar la seguridad tan exigida, pero sin llegar a los límites de la automatización que perjudique el futuro laboral en el turismo. Los destinos deben utilizarla para aumentar su productividad y mantener su competitividad. No pueden descuidar la característica fundamental de ser atractivos para los clientes. Sobre todo, siendo España uno de los tres países con mayores recursos naturales y culturales de todo el mundo, las empresas turísticas pueden incluso ofrecer localizaciones atractivas para trabajar a distancia.

Ante esta situación tan extrema e impredecible, la diferencia la marcarán aquellos destinos que sean capaces de identificar y satisfacer las nuevas necesidades de los usuarios, según detalla McKinsey. Las compañías deben ser ágiles en un escenario que puede brindar también oportunidades y ocasiones para la reinvención. Los ciudadanos están deseando poder moverse después de meses de Estado de Alarma y limitaciones de circulación y reunión, esas ganas pueden ser esenciales para una reactivación real.

La oportunidad del turismo de interior

Existen destinos pequeños, rurales, no especialmente relevantes en términos de visitas en los años precedentes, que se están volviendo más populares porque han llevado a cabo las estrategias adecuadas para hacerse notar y atraer al turista nacional. El problema reside en que muchos carecen del presupuesto o de los recursos para conseguir, por ejemplo, esa digitalización previamente mencionada que se está acelerando a pasos agigantados.

La imaginación, la resolución y la autosuficiencia van a ser básicas ahora más que nunca. La búsqueda de fuentes de ingresos que no se habían planteado antes y la venta de experiencias novedosas e inclusivas serán fundamentales para lograr ese efecto de atracción que motive la movilidad.

La coordinación y la colaboración de las organizaciones del sector público y privado serán un pilar esencial para que el turismo emerja de la forma más equitativa posible, sin olvidar a ningún segmento obligadas al cierre temporal. La retroalimentación no será instantánea, ya que los efectos de la Covid-19 pueden durar unos cuantos años más, pudiéndose destruir casi 4,5 millones de empleos. Pero los últimos datos y la importancia de la vacunación permiten al sector respirar y pensar poco a poco en positivo.

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